15. Problemas.

5.1K 409 1
                                    

-¿Isaac? ¿Hijo? -Gibbs le hablaba al chico que se encontraba ido en las velas.
-Mañana llegaremos a un puerto. ¿Cierto? -Preguntó a su padre.
-Sí.  ¿Por qué lo preguntas?
-No. Por nada.
-¿Quieres desembarcar?
-Sí,  la verdad, debí quedarme en Tortuga.
-¿Es por la chica?
-¿Qué? No... -Hubo un silencio,  sólo se escuchaba el vaivén de las olas. -Jamás se fijaría en mi. Soy un sirviente y ella una hermosa joven refinada.
-¿Y eso qué?
-Padre...
-Salvaste su vida. La subiste al barco, la cuidaste en todo momento. Sé que lo hiciste porque te interesa. Eres un joven honesto, tienes la misma oportunidad de cortejarla que el joven Turner.
-No tengo que ofrecerle. 
-Tu corazón. 
-Padre... no creas que voy a olvidar que abandonaste a mi madre con ésta plática.
-Isaac.
El chico lo miró serio.
-No tienes nada que decirme.
-Ven, ayúdame con el timón. 
-¿Sabes? no me hubiera importado que fueras un simple marinero y me enseñaras a navegar un navío.  Pero no, te convertiste en un pirata.
-Isaac,  podrías...
-No, no me callaré ahora. Quiero decirte todo lo que he pensado desde que era niño, al menos lo malo.
Gibbs había caminado al mástil.
-Sé todo lo que vas a decirme, Isaac y con que me lo digas no vas regresar el tiempo.
-¿Y ahora? ¿Cómo crees que voy a continuar mi vida? ¿Que le diré a mis hijos cuando me pregunten por su abuelo?
Gibbs subió de nuevo hasta la cubierta de la popa y se acercó a Isaac.
-Les dirás que soy un vil pirata,  que te abandonó cuando eras un pequeño indefenso y que nunca volvió. Quizá, así nunca se interesen en buscarme y tu puedas vivir en paz. Así los criarás como hombres y mujeres de bien.
Gibbs tomó el timón, el chico se quedó serio, luego caminó a la proa y se quedó ahí por largo tiempo.

-¿No puede dormir, joven Gibbs?
-Señorita Roxton. ¿Qué hace aquí a ésta hora?
-Yo pregunté primero.
El chico me miró a los ojos y luego sonrió.
-Problemas, muchos problemas, señorita.
Me apoyé en la borda y miré el agua oscura iluminada por la luz de la luna.
-Problemas... yo también he tenido muchos últimamente.
-Ahora es su turno de contestar,  señorita Roxton. 
-Sí, bueno. No puedo dormir.  Pienso en muchas cosas, solo desearía despertar y pensar que todo es un sueño. 
-Sí,  he pensado en eso también.

Hubo un silencio incómodo.

-Y dígame ¿Cuales problemas tiene? si se puede saber. -Le dije.
El chico llevó su vista a la popa donde se encontraba Gibbs. 
-Me reencontré con mi padre hace una semana. 
-¿Se reencontró?
-Hace más o menos un mes, al cumplir 18, pensé en buscarlo. Él se fue cuando tenía 2 años. 
-Eso es mucho tiempo.
-Sí,  lo es.
-Al menos está con él ahora ¿cuál es el problema?
-El problema, señorita Roxton. Es que pasé 16 años creyendo que mi padre era un simple marinero, uno honrado y trabajador. 
-Y se encontró con un pirata.
-Así es.
-Le pido una disculpa,  joven Gibbs,  creí que usted también era un pirata.
-No, los detesto, odio a Jack.
-Ya veo.

Hubo otro silencio,  pero no fue tan incómodo como el primero. 

-¿Y usted,  señorita?  ¿Por qué no logra conciliar su sueño?
El joven Gibbs me miró curioso. 
-Cómo usted, yo también odio a los piratas.  Desearía nunca haber venido.  El mapa que debía entregarle a Jack esconde un gran tesoro, si hubiera sabido que él era así de... -Hice un sonido irritada.
-Jamás se lo hubiera dado. -Terminó por mi.
-Así es. Desearía quitárselo e ir yo por el tesoro y así comenzar una nueva vida.
-¿Y por qué no lo hace?
-No quiero que me asesine.
-Hágalo sin que él se dé cuenta.  Es un tonto,  lo puede emborrachar y luego aprovecharse de ello para robarlo.
-No podría,  al menos, no yo sola.
-¿Le puedo ayudar? Si usted quiere. 
-No, no quiero meterlo en problemas.
-No es problema señorita,  Jack me debe una.
-¿Ah sí?
-Hagamos un plan.

Me quedé pensando en las consecuencias pero en realidad me interesaba tener una aventura, ya que, había venido tan lejos.

-Bien. -Le dije sonriendo.

El joven Gibbs era sencillo y muy servicial. Me hacía sentir a gusto a pesar de no ser un joven refinado era bastante educado. Después de decirme el plan supe que de verdad odiaba a Jack.

-¿Le parece?

-Bueno, desearía no tener más contacto con ese hombre pero dadas las circunstancias.
-Sólo tendrá que hacerlo beber hasta que caiga de borracho.
-Eso va a ser fácil porque parece que siempre lo está.

Ambos reímos.

-En eso tiene razón, señorita. 
-Creo que iré a descansar. Debo tratar de dormir un poco.
-Está bien, señorita Roxton, que descanse. Gracias por acompañarme. 
-Gracias a usted, joven Gibbs.
-Isaac, puede llamarme Isaac,  solamente.
Sonreí y di media vuelta para caminar hasta la puerta del camarote, me volví un segundo y él seguía mirándome. 

La hija de Jack SparrowWhere stories live. Discover now