Capítulo 37

214K 8.4K 1.1K
                                    

Samantha

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Samantha

Ir a visitar a un familiar en una cárcel es una odisea. Máxima seguridad, detectores de metales, registro, identificación, y oficiales corpulentos y malhumorados en cada esquina. Después de pasar por todo eso, ahora estoy sentada en esta cabina con teléfono mientras espero a que traigan a mi hermano Max. Daniel está esperándome afuera con cara de pocos amigos porque a él no le gusta traerme aquí. Aun así lo hace, por mí.

Vagamente miro alrededor, y también hay otras personas esperando para ver a sus familiares. Suspiro mientras pienso en que veinte minutos no es tiempo suficiente para todo lo que quiero contarle a Max, pero sobre todo, quiero saber si está bien después de su salida del hospital.

A través del cristal, veo que el reloj en la pared marca las nueve de la mañana, la hora exacta de las visitas, y en ese preciso momento una puerta se abre y van entrando varios reos con su uniforme color naranja. El tercero que pasa por la puerta es mi hermano, y me duele tanto verlo esposado y arrastrando los pies con obvia dificultad. Un impaciente oficial le dice cuál es su lugar, y él viene hacia la cabina. Lo miro mientras se acerca, y me quedo asombrada ante la expresión de su cara. Él está contento.

Cuando se detiene en la cabina en donde estoy sentada, su cara cambia primero a decepcionada, y luego a resignada, pero con un toque de emoción en sus ojos azules. Él odia que venga a visitarlo en la cárcel, y así lo demuestra cuando se sienta frente a mí, ambos tomamos el teléfono a nuestro lado.

Y entonces escucho su voz profunda cuando dice un tanto brusco: —Hermanita, ¿qué haces aquí?

—Hola a ti también, Maximiliano —saludo dulcemente.

Y él masculla una maldición y dice: —Te he dicho mil veces que no vengas a visitarme aquí.

—Y mil veces te he dicho que vendré a verte, y ya deja de gruñirme. Te visitaba en el hospital y estabas bien con eso, pero no entiendo porque no quieres que te visite aquí.

—Simplemente no te quiero en este ambiente jodido y oscuro porque tú iluminas cualquier maldita habitación con tu buen corazón, y aquí eso atrae como un imán. Te quiero segura.

Me quedo en silencio, asimilando su protectora admisión. Y me emociona muchísimo.

Sin aliento le digo: —Eso es...lo más lindo que me has dicho alguna vez, Max, pero vendré, así te guste o no. —digo decidida, y a través del teléfono, escucho su suspiro resignado.

Le pregunto suavemente: —¿Cómo estás?

—Estoy bien —responde encogiéndose de hombros.

—¿Seguro? Todavía cojeas un poco.

—Me dieron una paliza, Samantha —bromea, pero yo no rio—, y cojear es la menor de mis preocupaciones en este momento.

—¿Y cuáles son tus otras preocupaciones? ¿Puedo ayudarte?

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora