Capítulo 12

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Daniel

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Daniel

—¿Qué tiene? —le pregunto al doctor Brandon cuando sale de mi habitación en el club.

Él era un viejo amigo de mi abuelo, miembro de los Dragones en sus buenos tiempos, y no dudó ni un segundo cuando lo llamé para que viniera a ayudarme con esta situación. Brandon es un excelente doctor con muchos años de experiencia. Es un hombre mayor, con rostro serio, carácter fuerte, y no se ha retirado, pues todavía trabaja en su clínica todos los días.

Después de que esa chica se desmayó en mis brazos, me entró el pánico. ¿Y si estaba muerta? No quería cargar con ese peso, y tampoco sé una mierda de primeros auxilios. Soy mecánico, no doctor. Así que corrí con ella hasta la camioneta de Dylan, y luego salimos a toda prisa. En el camino, llamé al doctor, y él me dio algunas instrucciones, mientras le explicaba que tenía pulso y una pequeña herida en la cabeza. Cuando llegué al club y mientras la cargaba en mis brazos hacia mi habitación, sentí una extraña sensación en mi pecho, pero la ignoré, y puse su cuerpo suave y liviano sobre mi cama. No tengo idea de por qué diablos la traje aquí a mi habitación, en vez de dejarla en una de las tantas vacías. Me quedé mirándola como un tonto, indeciso sobre qué hacer, hasta que llegó el doctor Brandon y se hizo cargo de todo rápidamente.

—Por el momento solo está desmayada, pero despertará pronto, espero. El golpe en la cabeza está un poco inflamado. ¿No sabes qué lo causó? —me pregunta.

Niego. —Doc, ella ya lo tenía cuando se desmayó. No tengo ni puta idea de dónde se lo hizo. Lo único que sé, es que venía corriendo como si la estuviera persiguiendo el mismo demonio.

—Bien —asiente—. De todos modos, tuve que coserle dos puntos de sutura y le he puesto una intravenosa en el brazo con la medicación porque también está deshidratada. Tienes suerte de que mi clínica está cerca del club y puedo traer algunas cosas. Aun así, tengo que hacerle exámenes de sangre para confirmar mi diagnóstico.

Mi ceño se frunce. —¿Diagnóstico? No lo entiendo. ¿Y cuál sería ese, doc? —le pregunto.

Y él duda, pero al final dice: —Creo que está al borde de la anemia a causa de la mala alimentación.

—¿Qué? —digo confundido y le pregunto—: ¿Y por un golpe en la cabeza usted llegó a esa conclusión?

—¿Eres doctor, Daniel? —pregunta un tanto molesto, y muevo mi cabeza en tensa negación. Él sigue—: Entonces déjame hacer mi trabajo. De todos modos, hablaré con ella cuando despierte porque debo hacerle varias preguntas. —Él se queda pensativo—. No sé por qué, pero intuyo que la parte emocional también está afectada. Si es así, entonces eso haría más difícil la recuperación. Aunque con un buen tratamiento podría revertirse y sanar.

Rasco mi cabeza. —Doc, no entiendo una mierda. Hable español, ¿sí?

—Es la parte emocional de la enfermedad, como el estrés, tal vez depresión, no lo sé hasta que le pregunte. Son muchos los factores, y entonces no ayudarían a que los nutrientes que su cuerpo necesita se absorban correctamente.

—Sigo sin entender, pero, ¿necesita hospitalización? —pregunto, mis manos sobre mis caderas.

—Yo diría que sí, pero como me explicaste hace un rato, si por el momento no puede salir del club porque la están buscando, entonces la trataré aquí si no te molesta. Unos días con intravenosa, medicamentos y suplementos vitamínicos adecuados, y estará como nueva —explica, y asiento en acuerdo. Él continúa diciendo—: Otra cosa, necesita cuidados y una buena alimentación. Te haré un plan de nutrición para que lo sigas al pie de la letra y entonces...

—¿Cómo dice? ¡Y una mierda! No soy niñera de nadie —espeto malhumorado.

El doc pone una mano en mi hombro. —Hijo, en todos mis años como doctor, he visto de todo, y esta chica de verdad que necesita de esos cuidados. ¿Es que no la has visto? Está pálida, y muy delgada para su edad y estatura, no es que eso le quite belleza porque es una chica muy hermosa. Me recuerda mucho a mi nieta Lizzy.

Alzo mis dos manos retrocediendo. —Doc, no tengo tiempo para esto ahora. Le diré a algunas de las mujeres de los hermanos que vengan a cuidarla.

—Bien, haz eso —concuerda, serio de nuevo. —Iré a la cocina a ver si tienes algo decente y nutritivo para ella y prepararle algo de comer. También haré una llamada a mi clínica para que me traigan lo necesario y sacarle las muestras de sangre. Le daré otro vistazo a la chica antes de irme —se voltea para entrar a mi habitación, pero antes, me pregunta—: ¿Vienes?

—No —digo tajante—. Tengo asuntos más importantes que atender, doc, pero gracias por venir a salvar mi culo de nuevo. Nos vemos luego —me despido retrocediendo.

Y él niega en reprobación con su cabeza llena de canas murmurando: —Mejor, ella necesita descansar.

Asiento y me giro para ir a mi oficina, en donde una mochila con unos malditos papeles adentro me espera. Abro la puerta y saludo a Dylan con un asentimiento de cabeza. Él trajo la mochila de la chica y se quedó custodiándola hasta que yo terminara de hablar con el doctor Brandon.

—¿Nadie ha entrado?

—Nadie, prez. La mochila sigue intacta en tu escritorio —replica tenso mi VP.

Voy hacia el descolorido bulto negro y luego lo abro. Comienzo a buscar. Busco de nuevo y por todos lados...y que me jodan, pero nunca había visto tanta porquería junta, y lo peor de todo es que el sobre con los documentos no está. ¡Jodidamente, no está!

—¡¿Dónde carajos están?! —grito furioso y estoy a punto de golpear la pared, otra vez.

¿Y si ella los extravió? ¿Y si ya se los entregó a su hermano? Quiero pensar que no. Quiero darle el beneficio de la duda, pero ya no confío en nadie. ¿Por qué todo se me complica?

—Busca bien, hermano. Esa mochila está hasta el tope de basura —dice Dylan. —. ¿Cómo demonios ella puede cargar todo eso?

—No lo sé y no me interesa saberlo. Lo único que quiero son los papeles, pero busqué en toda su mierda y no hay nada. ¡Maldición! Iré ahora mismo a preguntarle a esa chica en donde están mis documentos. No tengo paciencia para esto, hermano.

—Cálmate, Daniel —me aconseja—. En ese estado no lograrás nada y menos con el doc presente. Además, ella aún está noqueada, ¿no?

—Sí, pero en estos momentos no podría importarme menos —gruño, y salgo como un oscuro torbellino desde mi oficina hasta mi habitación.

Espero que el doctor Brandon se haya marchado porque no voy a soportar sus sermones de nuevo, no ahora.

Al fin llego, entro y ahí está, la jodida bella durmiente, tan tranquila y sin ninguna preocupación, lo que me hace enojar más. Me acerco a mi cama y la miro fijamente. No se parece en nada a Max a excepción de sus ojos azules, y comienzo a sospechar si es que ellos trabajan juntos. ¿Será esta chica tan culpable como él? ¿Será su cómplice? Quiero cada maldita pregunta contestada, ¡y es ya! Cuando voy a tocar su hombro para despertarla, ella se mueve. Un suave quejido sale de su boca y no lo había notado, pero de cerca sus labios son suaves, llenos y rosados. Como si tuviera vida propia, mi polla se agita en mis pantalones al imaginar esos labios alrededor y luego dejándome seco. Miro la piel de su rostro y siento que mis dedos pican por tocarla porque parece de porcelana... No. ¿Qué demonios? Sacudo mi cabeza para despejar el repentino golpe de lujuria.

La veo levantar una mano para tocar el lado lastimado en su sien, y después hace una mueca de dolor. Suspira con suavidad, abre los ojos con lentitud, y entonces me ve a mí directamente...y que me jodan si no siento que me ahogo en ese profundo color azul.

Ella no se mueve, no habla, y pienso que es por los efectos de la medicación.

Negando, le digo: —No, no estás soñando, bella durmiente. Levántate, tenemos que hablar.

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora