Capítulo 21

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Daniel

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Daniel

Estoy tan malditamente relajado y no recuerdo la última vez que me sentí así. No tengo idea de qué día es hoy, y creo que han pasado algunos. Lo único que sé es que estoy metido hasta el fondo con esta chica y he perdido la noción del tiempo. Bueno mierda, nunca me he sentido así, y la razón es porque Samantha es distinta a otras chicas. Nunca he conocido a una mujer, aparte de mi madre, que tenga esos lindos y sinceros sentimientos que ella tiene. Samantha llena mi mente de cosas que me gustaría tener, y por primera vez en mi vida pienso si esto es posible para mí, dejar que una chica conozca lo poco bueno que tengo y la oscuridad que hay en mí, y decida quedarse. Crecer en esta vida en el club y con un padre como el mío, me ha llenado de desconfianza, y no dejo acercarse a nadie lo suficiente como para que me conozca realmente. Me pregunto si será así por siempre o tal vez... Niego, sacudiendo mi cabeza ante lo absurdo. Me estoy volviendo posesivo con esta chica y eso no puede pasar. No. Pero no importa el tiempo que dure, debo cuidarla y lo haré. Malditamente que lo haré.

—¿No tienes otras películas? —me pregunta mi mujer con esa voz suave y dulce sacándome de mis locos pensamientos.

La miro de arriba abajo, y se ve tan deliciosamente atractiva solo con mi camiseta negra puesta. Me siento un poco culpable porque no traje nada de ropa para ella, pero con ese cuerpo sensual no necesita ponerse nada, siempre y cuando esté a solas conmigo. Estamos en la sala preparándonos para una tarde de películas y palomitas de maíz. Ella, buscando una que le guste de entre mi colección de películas, pero al parecer, no le agradan mis gustos personales al verla arrugar su linda nariz y pasar los títulos después de leerlos.

—¿Qué tienen de malo las películas de motos y autos de carrera?

Ella me mira. —Nada. En realidad me gusta esta —señala, mostrándome la más reciente película de Rápido y Furioso—. Solo he visto la primera y ya van...—ella mira la imagen en el empaque de plástico y sus ojos se abren con sorpresa—. ¡¿Ya van nueve películas?! Dios mío, ¡me las he perdido todas!

Riendo, y luego fingiendo indignación, le digo: —Entonces te has perdido una de las mejores franquicias de este género, cariño. ¿Dónde has estado metida, eh? —le pregunto, y enseguida me siento como un cabrón imbécil por decir eso y ver su cara apagarse rápidamente.

Me levanto del sofá y voy hacia ella, coloco una mano en su estrecha cintura, y alzando su barbilla suavemente con mi otra mano, me disculpo: —Soy un idiota. Lo siento, preciosa, no fue mi intención decir eso porque sé muy bien en donde estuviste, cuidando de tu abuela, y no sabes cómo te admiro por eso. Los abuelos son importantes porque como el infierno que el mío lo era para mí. Si hay algo bueno en mí, es gracias a mi madre y a él porque ya te he contado cómo de mierda fue mi padre. De todos modos, Samantha, quiero que sepas que ya va siendo hora de que alguien cuide de ti, y ese alguien jodidamente seré yo.

—Daniel... —susurra mi nombre con voz emocionada y la beso con cuidado.

Me encanta escuchar mi nombre de esos labios rosados. Estoy completamente jodido. Nuestro beso se vuelve más apasionado, y la llevo hasta el sofá. Allí comienzo hacerla mía lentamente, tomándome mi tiempo la venero como a una reina. Como ella se merece. Quito la única prenda que me estorba, y enseguida ataco la piel delicada de su cuello haciéndola suspirar y moverse debajo de mí. Elevo sus brazos sobre su cabeza y beso cada extremidad después. Regreso a su cuello, y cuando mi boca saborea todo el camino hacia sus tetas, y luego chupo sin ceremonias su dulce y tieso pezón, su cuerpo se estremece y su boca exhala un jadeo sensual que resuena hasta llegar a mi erección. Ella es tan exquisitamente sensible. Sus manos acarician mi cabello mientras me quedo un rato ensimismado en sus pechos. Son perfectos para mis manos y mi boca ansiosa. Sus caderas se mueven, buscando, un mensaje silencioso solo para mí, el único que va a complacerla. A llenarla. Bajo por su cuerpo y beso su pequeño ombligo, el que me hizo burlas en la fiesta del club que dejamos atrás hace unos días, y ahora lo estoy tomando. Paso mi lengua y luego succiono su carne haciéndola gemir y moverse inquieta. Repito el movimiento encontrando otra zona erógena al sentir por completo su reacción. Lo hago de nuevo, oliendo su deliciosa humedad a tan solo unos centímetros.

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora