Capítulo 8

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Daniel

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Daniel

Mi teléfono vibra dentro de mi chaleco, lo tomo, y leo el mensaje de Dylan: «Información nueva llegando. Estoy en tu oficina».

Le escribo: «En camino».

Guardo mi teléfono y extiendo mi mano a la persona frente a mí: —Tengo que irme. Gracias por la reunión, Stone.

Él la toma: —No hay de qué Daniel. Si me entero de algo sobre los hijos de puta que hicieron ese robo a tu club te avisaré enseguida —asegura con desdén hacia los causantes—. Y si necesitas ayuda, solo silba en mi dirección y estaré allí con mis hermanos.

—En estos momentos tan jodidos para mi club, aprecio eso —asiento agradecido, mis hombros tensos.

Después de un abrazo de hermanos, nos subimos a nuestras motocicletas, y nos alejamos del local abandonado. Me dirijo a mi club y Stone al suyo. Estos cuatro días han sido un infierno, y espero que Dylan tenga buenas noticias y podamos dar con esos putos ladrones. Todos estamos trabajando, y Ben está como loco porque no ha encontrado nada más, ni una maldita huella dactilar a excepción de las de Lucas y las mías en la caja fuerte, y él es muy meticuloso en su trabajo. El proveedor de cerveza que vino al club el día de la fiesta se fue a la huida nada más ver que nos acercamos a él, y todavía no hemos podido localizarlo. ¡Maldita sea! Es sospechoso hasta ahora y le estamos siguiendo el rastro, Carl buscando también desde su laptop, y cuando lo encontremos, no será bonito lo que le haremos.

Estoy estresado, enojado, y la incertidumbre me está matando porque, ¿y si esos documentos ya están en manos de otra persona? Sigo esperando a que la policía toque mi puerta con una orden de arresto y otra de cateo para buscar armas y drogas en el club, y que nuestra reputación sea dañada nuevamente. Pues que vengan y lo hagan. Luego tendrán que irse con el rabo entre las piernas porque no encontrarán nada. ¡Es mi jodido club, está limpio, y lo defenderé hasta que me muera!

Me estaciono cuando llego, apago mi motocicleta, me quito el casco, los guantes, y entro rápido al club. Saludo a los pocos hermanos que están alrededor y a algunas de las chicas que siempre están rondando por ahí. Una de ellas se me acerca descaradamente, moviendo sus caderas y sonriendo. La noticia de que le dije adiós a Sasha corrió como pólvora obviamente. A ella no la había visto antes, pero aquí hay chicas que vienen y van, culos dulces que quieren ser parte del club permanentemente. Es linda, tiene un cuerpo curvilíneo, unos labios gruesos que trabajarían mi pene muy bien, y unos ojos que brillan con evidente interés sexual. Tal vez después la lleve a mi habitación, pero ahora tengo asuntos más importantes que atender. La saludo con un asentimiento de cabeza, y ella se emociona al instante. La miro detenidamente a los ojos, y allí detecto ese ya conocido triunfo. Otra más que da por sentado ocupar el puesto vacante de la mujer del rudo presidente. Todas son iguales. El domingo cuando le dije a Sasha que me esperara desnuda en mi habitación, mi lívido se fue a la mierda, y le dije directo y brusco que todo había terminado. De brazos cruzados tuve que soportar un minuto entero de su indignada pataleta, diciéndome canalla, y mandándome al infierno para luego admitir que estaba conmigo solo porque quería ser mi mujer y llevar mi parche. Al carajo si mi instinto no me falla.

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora