Capítulo 10

176K 12.5K 252
                                    

Daniel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Daniel

Estoy en la calle Auburn, cerca del albergue La Rosa. Algunos de los hermanos están dando vueltas por la ciudad en busca de Max y hablando con nuestros amigos, dando el aviso sobre su cabeza. Los otros estamos en vigilancia y nuestras motos están ocultas en diferentes lugares estratégicos. Dylan está en su camioneta, justo en el estacionamiento del albergue, y Lucas está dentro hablando con las administradoras sobre las próximas donaciones. Actuamos normal para no levantar sospechas, pero atentos todo el tiempo, esperando.

Ninguna señal de Max, de la chica, ni de las malditas Serpientes MC por el momento, lo que significa que llegamos primero o se arrastraron huyendo hacia su escondite. Jodidamente perfecto. No sé qué planean, pero estamos listos para darle batalla, y esa rata traicionera de Max las pagará. No sé cómo no me di cuenta antes. Sus problemas de dinero por Rachel, su errático comportamiento, su trabajo de mierda en el taller...demonios. Me metí hasta el fondo resolviendo los problemas del club y no vi esto venir. ¡Soy un ciego hijo de puta!

Ben acaba de llamarme porque con la ayuda de los conocimientos de Carl en informática, localizaron y hablaron con el hombre que nos suministró las cervezas el día de la fiesta. Él y varios hermanos lo acorralaron en la carretera y tuvo que detenerse. Luego lo sacaron a rastras de su auto y le cuestionaron a nuestra manera. El tipo estaba nervioso y sudando, pero después de amenazas, de ver la altura y sentir la fuerza de Ben, habló al fin. El muy tonto pensó que íbamos a cobrarle el dinero por la reparación completa de su viejo auto Mazda Protegé, y por eso huyó. Según los registros del taller, no ha pagado, y desde hace un año que hicimos ese trabajo. ¿Acaso cree que trabajamos de gratis? Está muy equivocado. De todos modos, le haremos algún plan de pago de mierda y problema resuelto. Uno menos. El día de la fiesta el hombre llevaba los documentos de entrega de la mercancía y nada más. Tenía razón sobre el viejo Víctor. El pobre está más ciego que un topo y debo buscarle ayuda.

Mi mirada vuelve a recorrer las calles de esta avenida en busca de la chica. Antes de salir del club, les di a los hermanos una descripción completa sobre ella. La recuerdo muy bien porque su imagen la tengo grabada en mi memoria como uno de mis muchos tatuajes en mi piel. Era bonita. Cabello muy oscuro, grandes ojos azules, pestañas largas, piel muy suave, y cuerpo delgado. Demasiado delgado diría yo. Pensé que tal vez seguía unas de esas dietas del momento, pero luego recuerdo sus angustiosas palabras, y sé que ese no era el caso. Necesitaba dinero. Cien dólares para ser exactos. Le di doscientos.

Mi madre, Irene Sinclair, siempre me aconseja: —Da siempre, Daniel, porque uno no sabe por lo que la otra persona está pasando.

¡Ella es una santa! Lástima que mi padre no supo respetarla, ni amarla como ella se merecía. Él la trataba como a una más de sus putas cuando ella era su dama. Entonces mi madre se hartó, lo dejó, y estuve condenadamente aliviado por eso porque odiaba verla sufrir. Ahora ella está feliz con su esposo Elijah. Hago una mueca porque al principio cuando ella me lo presentó, no lo aceptaba. Mierda, no. ¿Y si era otro hijo de puta?

Pero luego de que mi madre me sermoneara diciéndome que era un buen hombre y que la trataba de manera especial, hice que Carl lo investigara, puse a varios hermanos a seguirle los pasos, y fue cierto. Es un buen tipo que cuida de mi madre porque la ama sinceramente. Después de pasar ese infierno con mi padre, ella tenía el derecho a rehacer su vida, y no iba a impedírselo. Ella merece ser feliz. Suspiro, extrañando su comida casera, lo que me recuerda que debo ir a visitarla y pronto porque no le gusta venir al club. Le trae demasiados malos recuerdos.

Miro el reloj Lotus en mi muñeca derecha y son las cinco y cinco de la tarde. Exhalo bruscamente, mi cuerpo impaciente y tenso, y vuelvo a mirar hacia la calle. Todavía ninguna señal ni nada fuera de lo normal, solo personas caminando de aquí para allá. Extraño. Y mis alarmas se activan, listo para enfrentar al enemigo, y encontrarla.

Esa chica, no supe más de ella en estos meses y ni siquiera sé su nombre. Nunca pensé que diría esto, pero ella tiene mi jodido futuro y el del club en sus manos. Tiene que aparecer.

Entonces, la veo. La reconozco de inmediato porque aún lleva ese feo abrigo negro con capucha. Ella apareció por la esquina de la calle y va hacia el albergue La Rosa caminando rápido, casi corriendo, como si la estuvieran persiguiendo, y enseguida vuelvo a estar en alerta. Para protegerla. Una emoción extraña comienza a extenderse dentro de mi pecho, y sacudiendo mi cabeza, camino rápidamente y voy directo hacia ella.

La tomo por el brazo suavemente, ella se voltea, y lo que veo en su rostro me deja impactado. Esta chica tiene la misma expresión que vi aquel día hace más de dos meses. Se ve vencida, agotada, sin ningún tipo de esperanzas, y por encima de todo eso, también hay sorpresa, aprensión y temor. Mucho temor. También noto que un lado de su rostro está machucado y con sangre, como si hubiera sido golpeada con algo...o por alguien. Siento la ira ardiendo por mis venas porque verla así, me hace sentir como si me hubiesen golpeado a mí también.

Me toma varios segundos encontrar mi voz para decirle: —Ven conmigo... —Pero ella ya está desmayada en mis brazos.

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora