37.

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LAVINA

¿Vieron esa horrible sensación que te da cuando estas durmiendo y de la nada sientes como si alguien te observará?

Bueno, desde hace unos minutos es lo que estoy sintiendo, di vueltas en la cama sin abrir los ojos, tengo miedo que al abrirlos esa sensación de que me espían sea verdadera y aparezca el hombre de la bolsa o algo peor.

La luz traspasó la cortina por lo que supongo que ya es de día, no escucho ruidos en la cabaña eso debe ser algo bueno.

Como sea, cansada de estar acostada, decidí comenzar mi día, abrí mis ojos  y lo primero que veo es el techo, luego mi mirada se dirige a las camas vacías de mis amigas.

Luego me encuentro con Jesse que está sentado cerca de la puerta con sus ojos cerrados.

Lo miré por unos minutos embobada, salí de mi cama para acercarme lentamente a él, al tenerlo cerca el olor a alcohol impactó con mi nariz.

Estoy entre dos opciones:

1. Llevarlo a la cama, obviamente para que duerma bien.

2. despertarlo y echarlo a patadas de mi cabaña.

No pude seguir pensando mucho porque abrió sus ojos y su mirada se fijó en mí. Se levantó tropezando del piso para llegar a mi lado, me quede congelada. Mi cerebro a veces no funciona bien en las mañanas.

Su mano acarició mi mejilla y  en ningún momento dejamos de observarnos. Sus ojos están inyectados de sangre, creo que bebió demasiado.

Me deje llevar por su caricia pero reaccioné al instante alejando su mano de mí.

—No lo hagas—balbuceó—Te quiero, aún cuando eres un dolor en el trasero.

Me mantuve callada, una parte de mi quería que se vaya pero la otra quiere seguir escuchando lo que tenga que decir.

Trate de ser amable, por lo que respiro profundo antes de ceder a mi lado racional.

—Jesse, tienes que irte—me moví para ir hasta la puerta pero me detuvo.

Negó con la cabeza.

—¿Qué fue lo que paso?—Frunció sus cejas y se sentó de nuevo en el piso— No se que te hice para que me trates mal, me duele—tocó su pecho en modo dramático.

Suspiré.

—¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Por qué hueles a alcohol?

—La puerta—señalo la misma—por ahí la gente entra—se quedó mirando la ventana— El alcohol ayuda para olvidar lo mal que nos va en la vida—se rió a carcajadas, luego se puso serio— Te quiero, Lavina.

Esto tiene que terminar.

Saque mi teléfono para llamar a Brent pero sin que lo esperara Jesse se levantó y se guardó mi teléfono en su pantalón.

—Devuélvemelo.

—Escúchame—retrocedió—Te quiero y tú me quieres a mí. Entonces si nos queremos ¿Por qué no podemos estar juntos? ¿Por qué me apartas? ¿Por qué estas con Dax? No es bueno—empezó a hipear, genial ahora el borracho tiene hipo, me agarró de los hombros y me empujó despacio hasta la pared. Me tiene acorralada—No puedes estar con él.

Okay, ya me estoy enojando.

—Cállate, tú no sabes nada, no puedo querer a una persona como tú. Te gusta jugar con las personas ¿no? Tienes que saber que conmigo no podrás. Y no metas a Dax en esto, es tu hermano—lo acusé con el dedo.

Camp Goys [1] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora