33.

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Mi mañana no puedo haber comenzado de la peor manera, primero recibí llamadas de mi madre a las cinco de la mañana. Al principio las deje pasar pero fueron demasiadas, para hacer más específica treinta en menos de quince minutos, no tuve otra opción que atender.

Al parecer le llegó el rumor de mi supuesto embarazo, estaba tan molesta que amenazo con venir a buscarme y encerrarme en un convento. Me llevo un tiempo convencerla de que solo se trataba de una broma. Terminamos de hablar a eso de la seis de la mañana, me quedaban dos horas para seguir durmiendo antes de que nos despertemos para la jodida actividad, por lo que me dormí.

Me desperté por unos golpes en la puerta, miré a mi alrededor y vi que estaba sola.

De mala gana me levanté y al abrir la puerta me encontré con un chico, muy lindo por cierto.

—¿Eres Lavina?—preguntó apenas me vio.

—Si ¿Quién eres?—dije volviendo a mi cama, deje la puerta abierta para que pasará pero solo se limitó a quedarse afuera.

—Dax Carson—se presentó- No pensaras dormirte de nuevo ¿no?—enarcó una de sus cejas.

Gruñí en voz baja.

—Si, exactamente eso es lo que haré  ¿Algún problema?

—Por mi puedes hacer lo que quieras pero no creo que Grace esté de acuerdo—se adentró a la cabaña para entregarme un papel—Léelo y cuando estés lista te espero en la cafetería.

Y sin decir nada más se fue cerrando la puerta.

Leí el papel que estaba dirigido para mí de parte de Grace.

Lavina

Prepara nuestros almuerzos. Llegaremos al mediodía.

Pd: por si te lo preguntas, es tu castigo por no asistir a la actividad de hoy.

Esto tiene que ser una broma.

Frustrada lo tire y me dispuse a arreglarme.

Miré la hora de mi celular, eran las diez de la mañana.

Cuando llegue Dax me estaba esperando, me llevó hasta la cocina y me entrego un delantal blanco.

—Tenemos que hacer una gran cantidad de pasta mínimo como para 60 personas—me avisó.

Confirmado estaba en el infierno.

—¿Tenemos? Pensé que este era mi castigo–me ate mi cabello.

Dax me enseñó en donde se encontraba cada utensilio para la cocina.

—Sí, tenemos. Ambos nos encargaremos de la cocina por hoy.

—Nunca te había visto por aquí—dije para establecer una conversación. Por suerte a mí me tocó hacer la salsa, agradezco que mi madre me enseñará a cocinar sino estaría en grande problemas.

—No me viste antes porque llegue este mañana—se encogió de hombros. Al parecer Dax estaba teniendo problemas con la mezcla. Al ver que la harina no absorbía bien el agua, y le quedaba llena de grumos. Se cansó—Dijeron que hagamos fideos, no exactamente que tenían que ser caseros.

Buscó unos fideos en paquetes y los tiró en una enorme olla.

Los puso al fuego y nos mantuvimos en silencio. Dax limpió el desastre que dejó mientras me limitaba a observar mi salsa.

—¿Por qué llegaste hoy? No sabía que se podía entrar al campamento después de tanto tiempo—deguste mi salsa mientras esperaba por su respuesta.

Camp Goys [1] EDITANDOWhere stories live. Discover now