75. La otra parte del plan

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CAPÍTULO 75:

75. La otra parte del plan

Luke estaba sentado en una silla al lado de su madre mientras la veía dormir. Respiraba hondo y tomaba dulcemente su mano, todo parecía detenerse pero Luke era consciente de que no era así. El estado de Liz estaba empeorando, la noche anterior tuvieron que inyectarla para poder calmar el dolor. La cantidad de calmantes y morfina que había recibido en una noche y al otro día a la mañana era mayor a la de veces anteriores. Luke lloró en silencio, sentía un fuerte vacío en el pecho. Primero Dylan y ahora su madre, tenía que ser fuerte, puede que solo sea por un tiempo o puede ser que no. Luke llamó a su padre y a sus hermanos pero ninguno contestaba el teléfono, tal vez habían cambiado de número o tal vez todavía no estaban dispuestos a atenderlo.

Luke miró su reloj de mano y suspiró cerrando los ojos, era hora de irse. Soltó suavemente la mano de su madre y antes de salir por la puerta de la habitación la miró nuevamente. Se alegraba de quedarse con esa imagen de su mamá antes de irse aunque el dolor todavía no se iba. El rubio habló con una de sus enfermeras que entraba a la habitación y después de eso, salió del hospital. Se subió a su auto y se dirigió a un lugar que otra persona le había indicado, estaba nervioso y no estaba seguro de lo que hacía, pero debía hacerlo. El viaje fue algo largo a pesar de que estaba en la misma ciudad, incluso entrar en ese barrio le daba escalofríos. Pero allí estaba, había ido una vez a ese lugar a llevar a Dylan pero no había bajado de su auto, esta vez sí lo hizo y el olor que abundaba lo sofocó. No estaba acostumbrado para nada a esa clase de lugares y aromas, pero se sentía más decidido con cada paso que hacía. Ya no tenía más nada que perder, era a todo o nada y Luke era consciente de ello.

Un muchacho se acercó al rubio preguntándole a quien buscaba, le dijo su nombre e inmediatamente el desconocido dejó de actuar a la defensiva. Con tan solo verlo se notaba perfectamente que él no pertenecía allí, ni siquiera había agarrado el coche de su abuelo. El BMW estaba estacionado a pocas casas de aquel sitio y ni siquiera le importó cómo estaba vestido. El joven lo llevó hacia una habitación más al fondo del lugar, esta vez el ambiente era diferente y Luke había entendido por qué el olor era tan fuerte. A aquellas personas parecía no importarles nada, tal como Dylan lo hacía, no les importaban los prejuicios, las malas caras y mucho menos el estilo de vida que habían preferido. Luke se había llevado varias miradas pero después de unos segundos parecían haberse olvidado de él, estaban bastante metidos en su asunto como para prestarle atención a un chico con pantalones ajustados.

-Es aquí. -dijo el chico después de decir algo fuerte en voz alta para la persona que estaba del otro lado de la puerta.

La puerta se abrió y le señaló a Luke con la mirada para que entrara. Sin vacilar, él lo hizo y se sintió como si estuviera en un lugar completamente distinto. El aire era puro y la habitación estaba completamente vacía a excepción de un muchacho que había visto antes. El mismo chico que le había salvado el cuero la primera vez que había salido con Dylan, se acordaba de su rostro, hasta también de su voz. Después de la última charla con Dylan y la última llamada de teléfono que había recibido, también se acordaba de su nombre.

-Me alegra que estés aquí. -el muchacho de rizos castaños mencionó apoyándose contra el escritorio mirándolo- Tenemos cosas de las qué hablar.

-¿Por qué haces esto? -Luke finalmente preguntó. Era la gran duda que tenía, apenas lo había conocido ya lo había ayudado como si fueran amigos y en realidad podrían ser todo lo contrario. Si ya estaba con él cara a cara e iban a hacer un acuerdo, era mejor aclarar las cosas en un principio.

-Por ella, ¿qué no es obvio? -respondió de inmediato- Al igual que lo estás haciendo tú.

Luke lo miró directo a los ojos, había algo en sus palabras que le incomodaba.

Addicted [l.r.h.] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora