39. Malas mentiras

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CAPÍTULO 39:

39. Malas mentiras

Dylan despertó entre los brazos de Michael en una habitación que había pisado por primera vez. Pensó que tener sexo con él le iba a sacar el lío que ella tenía en la cabeza pero no fue así, simplemente los pensamientos volvieron a su cabeza después de una corta siesta.

Michael estaba dormido a su lado y a Dylan no le agradó mucho la idea de tener que despertarlo pero debía hacerlo. Todavía sentía que tenía algo pendiente y, a pesar de que haya pasado un buen rato con Michael, sentía que no podía quedarse allí después de todo. Dylan se movió un poco para salir de los brazos del joven de ojos verdes y poder escapar de las sábanas. Cuando Dylan se sentó al borde de la cama y comenzó a vestirse, sintió la mano de Michael que le acariciaba la espalda.

—¿Sucede algo? —él pregunta algo adormecido.

—Espero que no te moleste pero tengo que irme. —ella menciona girando su rostro tratando de encontrar los ojos de Michael.

—¿Tan apurada estas? —Michael dijo con voz ronca.

—De hecho sí, lo siento. —Dylan se levantó de la cama para ponerse los pantalones que Luke le había regalado hacía apenas un par de días. Pensar en eso hizo que le diera un vuelco en el estómago, tenía que hacer algo al respecto.

—Está bien, yo te llevo. —Michael suspiró y también se levantó de la cama.

—No, quédate. —ella lo frenó— Tomaré el autobús, no te preocupes.

—Yo insistí en que te quedaras —él la interrumpió—, además sabes que no tengo problema en llevarte.

—No te tomes las molestias, quédate en casa, no hagas un viaje innecesario. —Dylan negó su oferta nuevamente mientras él se ponía los pantalones.

—¿En serio quieres andar sola a esta hora? —él preguntó algo preocupado mientras se acercaba a ella.

Dylan ya se había terminado de vestir y volvió a mirarlo de frente.

—No es muy tarde, ya estoy acostumbrada —ella volvió a rechazarlo—. Sólo quédate en casa.

—Como quieras —Michael cedió—, pero por lo menos voy a acompañarte hasta la puerta.

Dylan sonrió y se dirigió a la puerta de la casa de Michael y fue allí donde se despidieron. Realmente ella no se sentía culpable de irse de esa manera, no sentía nada por Michael y hacia lo que hacía con él porque sentía que su cuerpo lo necesitaba. Esa necesidad de sentir el calor de otro cuerpo haciéndola sentir placer pero no se comparaba en nada con Jordan. Nunca había sentido aquello con otro chico que no sea él y sabía que iba a ser imposible volver a sentirlo porque él se había marchado junto con la sensación de que Dylan no se iba a volver a enamorar.

La joven caminó cuatro cuadras hasta llegar a la parada de autobús en el que esperó el próximo colectivo que fuera hacia Madison. Ella se había aprendido los horarios y sabía que en quince minutos uno iba a pasar por allí. Se sentó en una banqueta y lo esperó con su teléfono en la mano para revisar si tenía algún mensaje pero no había nada aunque no tenía por qué tener ninguno.

El viaje en autobús parecía ser eterno, mucho más si su destino era la cuidad de Madison. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía tantas ansias de llegar allí, sentía que si llegaba un minuto tarde hubiera ido hasta allí en vano aunque su visita no iba a ser por nada después de todo. Una vez que bajó en la estación se tomó un taxi de camino al hospital, nunca se había imaginado que volvería allí solamente por querer hablar con un chico que ni siquiera es su amigo. Dylan aún desconocía los motivos por los cuales ella se sentía de aquel modo, no le importaba lo que los demás piensen de ella, incluso nunca le había importado la opinión de Hemmings pero en este caso sentía una enorme incomodidad que si no arreglaba, se iba a sentir mal consigo misma.

Addicted [l.r.h.] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora