6. Amenazas

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CAPÍTULO 6:

6.      Amenazas.

Dylan ya estaba cansada de dar tantas vueltas en el aeropuerto de Madison. Ya se había olvidado de todo lo que se debía hacer para tomar un avión. La última vez que se subió a uno tenía doce años y desde ese momento se dijo a si misma que no volvería a tomárselo.

Finalmente, Dlan y Kyle estaban esperando para embarcar y Dylan se comenzó a sentir algo nerviosa. No estuvieron juntos durante mucho tiempo después de que ella salga del centro de rehabilitación, pero después de mucho tiempo volver a sentir que alguien cuidaba y se preocupaba por ella se vaya causaba cierto vació en su interior, pero sabía que eso era lo correcto. Ambos ya eran lo suficientemente mayores para tomar sus propias decisiones y saber qué era lo mejor para cada uno. Esta vez, Dylan tenía más claro que era lo mejor para su hermano que lo que era para ella misma, aun así, estaba convencida de que tenía que terminar todo lo que había comenzado en Wisconsin.

Una vez que llamaron para embarcar, Kyle abrazó a su hermana como si no quisiera dejarla ir por unos cuantos segundos, ella respondió al abrazo y lo tomó con fuerza. Sabía que en el momento en que su hermano cruce aquella puerta iba a quedar completamente sola. Vivir sola, manejarse sola y sobre todo, mantenerse sola. Ella y su hermano recorrieron todo Mazomanie para averiguar si había algún puesto libre de trabajo pero no pudieron conseguir nada. El día anterior cuando terminó la sesión de grupo encontraron un anuncio en una pequeña librería en Black Earth y no dudaron en entrar, los horarios eran de conveniencia para ella y la paga no era mucho pero era lo suficiente. Afortunadamente, pocas personas pidieron el empleo y el dueño del local comprendió la situación de Dylan que necesitaba el empleo para vivir y no para pagarse algunos gustos o recaudar para una buena universidad, por lo tanto, ella se quedó con el empleo. Apenas terminara su turno en su nuevo trabajo tenía que ir a las sesiones de grupo y lo encontró absolutamente conveniente.

En unos pocos segundos, Kyle había desaparecido entre la multitud y ella se quedó unos minutos más hasta que el avión despegara. Kyle le había dejado un poco de dinero para estas semanas, ella estaba completamente seca de dinero y tenía que volver a casa. Se tomó un autobús de regreso a Mazomanie, su mirada se perdía en la ventana observando con atención el paisaje. El viaje era más largo de lo usual, sentía como si tuviera un gran peso encima pero sabía cómo podía resolver algunos asuntos.

Una vez en la casa de alquiler se tiró en la cama y se dignó a cerrar los ojos porque quería descansar. Ya era de noche y no tenía más nada para hacer. Al día siguiente tenía que volver a asistir a clases y volver con la rutina diaria. Miradas, acusaciones, insultos, incluso amenazas, pero a ella no le importaba, sabía que eran personas que ni sabían de que hablaban, en dónde se metían. Dylan tampoco lo supo desde un principio pero se vio a sí misma obligada a meterse cada vez más en ese embrollo que hasta hoy la persigue pero no sigue siendo lo mismo. Después de todo, no estaba lo suficientemente implicada para encontrarse donde está ahora.

La alarma de su celular resonó en su cuarto. Se levantó con la más mínima gana y así como estaba se dirigió al baño y se miró en el espejo por unos segundos. Las ojeras habían desaparecido, parecía que había recobrado su juventud y se dijo a sí misma que tenía otra oportunidad. Después de vestirse, tomó su mochila y su bicicleta para llegar al colegio. Nunca tuvo amigos en el instituto a no ser de Riley, de todas formas, ellas no tuvieron una fuerte amistad, solo era un vínculo que se creó para romperse, aunque el vínculo que tenía con sus viejos amigos parecía no romperse nunca.

 —Bonita bicicleta. —Dylan volteó después de estacionar su bicicleta y ponerle el candado para encontrar al dueño de aquella voz.

—Gracias, tiene algo que se llama toque personal. —ella sonrió de lado y él rió por lo bajo.

Addicted [l.r.h.] #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora