Mi Mejor Casualidad «FREDDY LEYVA»

Capitulo 4. Cambio de planes.

- Perdona Alan -Dijo Jos- Freddy que nos distrae.

- Tú debes ser la famosa Ros, hija de la maestra. Seguramente Freddy te contó que tiene un primo muy apuesto llamado Alan y pues ese soy yo...

- Am... ¿le tengo que decir que sí? –Le pregunté a Freddy divertida- Mucho gusto y sí, mi nombre es Rosalía pero me puedes decir Ros.

Esos chicos eran muy chistosos, el simple verlos hacer y decir sus tonterías provoca que te caigan bien.

- Ya llegaron los más guapitos. -Exclamaron los otros dos chicos que faltaban- 

- Se nota que los chicos de CD9 son súper modestos. -Dije-

- No tienes idea. -Siguió Freddy mientras me tomaba del hombro- 

- Ya chicos. -Mi mamá comenzó a palmear las manos- Luego platican, comencemos con la clase para irnos rápido. 

Todos tomaron asiento en el suelo, no sé por qué. Yo permanecí sentada en mi silla y mi mamá les empezó a repartir unas hojas. Freddy desde donde está se estiró para darme la suya mientras me sonreía, al parecer quería que practicara con ellos igual que ayer. Mi mamá en cuanto notó el gesto de Freddy hacia mí, alzó una ceja, después chequeó algo en su celular. 

- Ros. -Me habló mientras le daba una hoja nueva a Freddy- Por favor baja que vino tu tía a dejarme algunas cosas. Que te las dé, las metes al carro, vas a dar una vuelta con ella y regresas.

- Ash, pero...

- Pero nada, haz lo que te digo que no te estoy preguntando.

Hice muecas y es que a mí me gusta verlos practicando, apenas están empezando y hasta eso no lo hacen tan mal. Aparte de que es muy chistoso escuchar las tonterías que dicen y también ver la risa de Freddy, suena cursi pero era tan autentica. 

Bajé y mi tía estaba esperando en la entrada de la academia, a ella siempre le puedo platicar cualquier cosa a pesar de que ya es grande. A veces siento que piensa como una persona de mi edad a sus treinta y cinco años, digamos que me entiende. Se llama Patricia, pero le gustaba que le dijera Patt; no tía, no Pati, sólo Patt.

- Hola linda. -Me saludó con un beso en la mejilla cuando llegué con ella y empezamos a caminar hacia el carro de mi mamá- Pero qué guapa, te había visto arreglada pero nunca maquillada, te vez muy bien.

- Gracias, es que creí que era tiempo de un cambio.

- Creíste nada, ya me contó tu mamá de los galanes a los que le está dando clases. Que se me hace que querías que te vieran más guapa de lo que ya para conquistar a alguno o a todos.

- ¿Cómo crees tía? obvio no.

- Sabes que a mí no me puedes engañar, cuéntame ¿Sí están muy guapos?

- Bueno sí me arregle un poco por eso, pero no totalmente para lo que tú dices. No me gusta que me vean en fachas y desde hace tiempo yo ya me maquillaba. Y lo de guapos pues no, ni tanto... Bueno sí, sí están galanes, mucho.

- ¿Pero...?

Dejé las cosas en el auto y después comenzamos a caminar hacia el otro lado.

- ¿Pero? -Pregunté con un gesto de intriga- ¿Qué?

- Sí, contigo siempre -enfatizó la ultima palabra- hay un pero.