Capítulo 3

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Sentí como los rayos de sol molestaban mi vista, así que decidí taparme con las sabanas. No quiero despertar, quiero morir aquí. Gruñí cuando los rayos se hicieron más potentes ¿Porque las cortinas no cubren el sol? Siempre solían hacerlo. Quité la sabana de mala gana dándome cuenta que no estaba en mi habitación, si no en otro cuarto, uno triste y oscuro con un cuadro mal colgado, un televisor de los años 70, una mesa llena de telarañas y una silla de madera a punto de colapsar.

No, no estaba en mi habitación, estaba en un motel.

¿Cómo pude olvidar por completo que había decidido irme en busca de mi propia aventura?

Me levanté de la incómoda cama y entré al baño para hacer pis y lavarme los dientes. Después me peiné el cabello y me hice una coleta alta. Me quité la ropa que había usado ayer guardándola en la mochila y saqué otra; unos shorts púrpuras, una blusa color blanca y me puse mis converse blancos. Después me aseguré de que no haya dejado nada atrás y fui al mostrador.

—Buenos días ¿En qué puedo ayudarla?—preguntó una señora de al parecer 40. No era la misma que me atendió ayer, esta era más alegre.

—Vengo a entregar esto—le di las llaves de la habitación.

—¿Te quedaste tú sola?—preguntó algo sorprendida.

—No, mis padres ya salieron—mentí.

La mujer me miró no muy convencida así que sonreí.

—Espera aquí, no te muevas—entró por una puerta y comenzó a charlar con un hombre. No sabía quién era hasta que pude divisar una placa en su pecho, era un policía. La señora me señaló a travez del cristal y él asintió.

Si no escapo me devolverán a mi casa y no quiero volver, todos menos eso.

Salí corriendo como pude al ver cómo ambos se acercaron a mi. El hombre comenzó a gritar que me detenga pero no le hice caso, lo único que sentía era la adrenalina recorrer cada centímetro de mi cuerpo. Crucé un puente y cuando llegué al otro extremo respiré agitada. ¿Cómo se me ocurre correr si aborrezco el deporte?

Negué intentando olvidar lo sucedido y continúe mi camino. De seguro a estas horas mis padres todavía no se han dado de cuenta que yo he desaparecido.

Estaba a punto de cruzar una calle cuando siento el peso de alguien bastante grande empujarme del camino. Miré furiosa a la persona pero luego me di de cuenta porque lo hizo, casi ese auto me atropella.

—¿Estás bien?—preguntó ayudándome a poner de pie. Froté mis ojos algo cansa y luego asentí—debes de tener más cuidad por donde andas ¿eh?

Levanté mi vista al chico que me había salvado la vida y solté un grito. Él se sobresaltó un poco antes de formar una sonrisa en su rostro.

—¿Michael Clifford?

Recuperando a 5SOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora