Diario de Paul XLVI: Demasiado Inseparables

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"Son dos cosas distintas pero no por ello te dejan de gustar. Es como el agridulce. Agrio y dulce, son distintos pero ambos te gustan. Te gustan por separado, pero juntos te gustan porque se complementan bien. Porque uno llena los huecos que el otro deja y viceversa. No es como echarle sal a una patata sosa, es mejor. Son dos sabores, completamente definidos, que forman uno nuevo. Eso son.

Son complementarios como el naranja y el morado. Diferentes como la nieve y la arena de la playa. Pero cada uno me gusta tal y como es. Y además, son imprescindibles. Ambos amables. Ambos bellos, siempre. Ambos sencillos, pero únicos.

Son mis amigos.

J04NN3!"

Es el fotolog de Joanne y eso está escrito justo debajo de una foto donde Dean y yo salimos haciendo el idiota. Nos la hizo en clase el otro día. Yo estaba vacilando al pequeño como de costumbre y él me estaba mirando ya sin creerme una palabra, porque ya no se la cuelo. Y entonces llegó Joanne con su móvil nuevo y nos hizo posar. Dos veces, porque la primera salió borrosa. «¡No! Odio este móvil táctil». Yo salgo con cara de castigador y Dean con cara de pena. Digamos que lo improvisamos, ni siquiera nos pusimos de acuerdo para semejante antagonismo.

Sí, después de salir de la ducha volví a echarle un ojo al fotolog de Joanne. Aún me acordaba del bailecito sexy que me había marcado en el video. Pensé que JAMÁS se lo enseñaría a Joanne. Ni a ella ni a nadie. Confiaba en que Claire tampoco lo haría. No había plan aquel viernes. Mis tíos hablaban de salir un rato y yo me acerqué y los animé. Tampoco era un suplicio pasar una noche de viernes con Sophia. David había ido al cine con sus amigos, pero estaría en casa a las diez y media. Mi tía sonrió y después miró a Carl como una niña que acaba de limpiar sus zapatos y espera a que su madre le de permiso para ir a comprar dulces. Él se encogió de hombros y se le escapó la risa mientras cerraba la pantalla de su ordenador portátil. A mi también se me escapó la sonrisa y le guiñé un ojo a mi tía que vocalizó un «gracias» mientras Carl anunciaba que iba a darse una ducha rápida.

Sophia se portó bien. Estuvimos viendo la peli de la Sirenita mientras yo le preguntaba si había algún Eric en su vida. Estuve molestándola un poco durante un rato hasta que me dijera que le gustaba algún niño de su clase. Me habló de un tal Tyler. En ese momento, cuando me lo confesaba, odié a ese tal Tyler y me arrepentí de haberle preguntado nada. Espero no tener que cogerle de las orejas a ese niño porque mi prima venga llorando cuando le tire de las coletas, o le diga que es fea, o le dé un balonazo para que le deje jugar en paz al fútbol. No creo que se me resista demasiado un niño de ocho años. David llegó un poco más tarde de las diez y media pero yo no iba a hacer de padre. Él sabrá. Se sentó con nosotros insinuando que la niña debería estar ya en la cama.

—Y tú deberías haber venido hace rato —le replicó ella.

—Tienes razón —aceptó él. Luego sonrió mirándome—. Debería cuidarnos más veces el primo Paul, ¿verdad?

La niña sonrió asintiendo. Yo por un lado me sentí agradecido y, por otro, responsable. Así que ahora me hacían sentir culpable por no hacer cada uno lo que debíamos. Pero en seguida se me pasó de la cabeza cuando Sophia y David hablaban sobre Alice, la chica con la que David tiene un rollete —según dice él, para mí que le gusta hasta las trancas—. Ella le preguntaba y él le decía que le dejara en paz con una sonrisa tonta. Entonces yo saqué el tema de Tyler y era la pequeña la que estaba como un tomate mientras a David, como a mí, no le hacía gracia Tyler. Nosotros nos miramos y nos convertimos, en un momento, en el padre de la novia. Sophy nos dijo que le daba igual lo que pensáramos porque ella no se iba a casar con Tyler, pero que David sí se iba a casar con Alice porque se habían dado besos. Después me miró con una ceja levantada y cierto desconcierto. «Y tú... ¿Con quién te vas a casar?», me dijo.

Parecemos Tontos...Where stories live. Discover now