Diario de Paul XXXII: ¡Qué cerquita estoy de casa!

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Londres, Jueves 16 de Octubre

Hace más de un mes que conozco a Delia. Si me cuentan el primer día de clase que habría hecho tantas estupideces por conocer a una tía no me lo habría creído. Soy Paul Stonem, hasta ahora sólo me importaba que las tías me vieran guapo, los ojeadores me vieran crack, los profesores me vieran apañado y que los chicos de Inverness me tuvieran miedo. Ahora no sé ya ni qué es lo que me importa.

Delia y Pia estuvieron molestas aquel lunes y no se hablaron durante todo el día. Yo rodaba los ojos aburrido mientras Joanne intentaba poner un poco de sentido común entre ellas. El martes fue peor. En el descanso de clases Pia le dijo a Delia que era una boba y Aaron, que se metió en la conversación para poner calma, terminó por posicionarse con Pia y gritar a Delia que no tenía cabeza y unas cuantas cosas más. Yo no me metí, temía volver a ser el blanco de la mala leche de Delia Miller sólo por preguntarle cómo estaba; aunque también temía serlo por no actuar como un amigo comprensivo. Eso es lo que Delia me hace sentir. Surge en mí una dualidad que me hace sentirme incompetente. Joder, nunca me he sentido tan inútil antes y no me gusta. Por suerte, a mitad de semana ya se habían entendido y parecía que las cosas volvían a la normalidad. Yo seguía viendo los toros desde la barrera, a pesar de que Pia y Aaron me habían dicho que Delia parecía fiarse de mí. No estaba tan mal, para variar, no ser una de las partes en los problemas de Delia. Además, tuve cosas más importantes de las que preocuparme, como conseguir que Dean y Emily coincidieran más a menudo.

El viernes paré a Delia en el pasillo y le dí un papel doblado. Cuando lo abrió soltó una risita y me miró. Sonreí y arqueé las cejas. Le había dibujado una margarita. En los pétalos ponía: salimos esta noche, no salimos esta noche. No se me da mal dibujar, he de admitir.

—¿Te apetece o no?

—Sí, me apetece —dijo sincera. Asentí conforme.

No fue ningún plan de locos, ni tampoco un fin de semana de ensueño. Salimos todos juntos al cine y a cenar por Picadilly. De noche la calle gana, con todas esas luces, las pantallas y la publicidad en los edificios. Había comida por todas partes, o esa sensación me daba. Ninguna calle de Inverness está tan atestada como están esas cuatro calles de Londres, así que para mí era tan impresionante como novedoso. A Delia le hizo gracia y tiró algunos comentarios sobre mi palurdez de pueblo del norte de Escocia de menos de mil habitantes. Sin embargo, Joanne y Dean parecían felices de señalarme cosas y explicarme todo lo que me rodeaba por todas partes.

Insistí para ir a un sitio del que Emily me había hablado. Sí, bueno, porque ella y sus amigas estaban allí. Cuando aparecimos por aquel lugar y Delia vio que saludaba a la pelirroja no se quedó muy contenta. Yo lo hacía por Dean, pero no tenía ganas de faltar a mi palabra. Era un secreto entre Dean y yo y, por mucho que Delia pusiera cara rara, no le podía confesar por qué les había llevado hasta un sitio donde estaba la razón de nuestra primera gran disputa. Me costó un poco de trabajo hacérselo creer, pero creo que dejé claras mis preferencias cuando me pasé rondando a su alrededor todo el rato. Aunque nuestra química se había quedado hacía mucho tiempo un poco en stand by, hubo momentos en los que su sonrisa me hizo esas cosas que me hacía al principio nada más conocerla.

El sábado lo pasé con Joanne desde por la mañana. Me llevó al British Museum y no sé cuántas horas estuvimos viendo piedras egipcias y restos del Partenón de Atenas. Aunque no me disgustan esas cosas, para ser francos, lo que más me llamó la atención fue el gran atrio central, donde está la cafetería, que está cubierto por una modernísima e inmesa cúpula de cristal que diseñó Norman Foster. Después de comer en un Five Guys que había de camino al metro, la obligué a hacer un plan más entretenido, como ir a mi casa, jugar a la Xbox con Dean y luego ir a un pub escocés al que le había echado el ojo por mi barrio cerca de la estación de Victoria. Más que nada, porque así podíamos ver el partido del Aberdeen.

Parecemos Tontos...Where stories live. Discover now