Diario de Paul XXXVIII: A poco de ver a mis padres.

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Londres, Viernes 5 de Diciembre

—En fin, Vito Corleone —me dijo Barry haciéndome sesgar una sonrisita—. Entonces crees que le has hecho una oferta que no podrá rechazar a esa chica —arqueó las cejas con media sonrisa. Me encogí de hombros, pero más admitiendo una respuesta afirmativa que fingiendo no saber.

—Hablando de Vito Corleone, ¿no nos invitabas a comer pizza, Stonem? —preguntó Phil llevándose una mano al estómago.

—Y hecha por mí, además.

—Me temo que no —soltó Dean con ese aire de listillo repelente, pero enternecedor, mientras se colocaba las gafas por el puente—. Si es congelada, sólo la metes al horno —remarcó señalando una caja de cartón de Dr. Oetker que había dejado junto a la basura.

—¿Y te parece poco? —le contesté divertido—. El horno es la clave.

Habían venido a comer a casa Dean, Phil, Sid y Barry para ponernos al día con los apuntes de química del enano. Bendito sea. No había nadie en mi casa porque mis tíos estaban aún en el trabajo y mis primos en el colegio. Me encargué de ponerle a las pizzas alguna que otra cosa por encima y además un poco de orégano. La nonna Stonem siempre le pone orégno a la pizza. Y a la pasta. Bueno, le pone a todo. Las metí al horno, mientras que los chicos se metían conmigo diciendo que sólo me faltaba el delantal de Masterchef y durante el rato en que se hacían estuvieron imitando a Gordon Ramsay con un acento muy forzado.

La chica de la que me hablaba Barry era Adira. Me había visto hablando con ella en un pasillo a la hora del descanso y estaba intentando sonsacarme si tenía previsto que fuese mi próximo ligue. Nada más lejos. Es mona y eso, pero está un poco pirada. Sólo me había pedido mis trabajos, para copiarlos en sus clases, y yo les había puesto precio. Precio en libras, nada de cosas raras. Aunque a él le molaría que hubiera habido cosas raras a cambio, como sexo salvaje.

El horno pitó de manera insistente, las pizzas ya estaban. Las saqué usando un paño en cada mano con cuidado de no quemarme —aunque me quemé un meñique—, las puse sobre los platos y saqué unas cosas de la nevera para preparar ensalada. Puse los vasos en la mesa y saqué agua para todos. Después de gritar: «¡Tiempo! Manos arriba», como en el programa de los cocineros, estábamos todos sentados en la mesa.

—Felicitaciones para el Chef —dijo Sid con la boca llena, después de pegarle un bocado a la pizza.

—Sí, al señor que la hizo y luego la congeló —añadió Phil, haciéndonos reír a todos.

—Quizá no las hubieras calentado tú mejor que Stonem —dijo Barry levantando una ceja como suele hacer. Phil le hizo burlas y Sid se rio. Barry puso mala cara, pero sus amigos no se dieron por aludidos—. Están bien, Stonem. Lo que mejor, la ensalada.

—Gracias —solté finalmente de forma ceremoniosa.

Como no podía ser de otro modo, Barry tuvo que volver a insistir sobre por qué no quería ligar con «la celebrity». Rodé los ojos, pero me reí del apodo que le había puesto a Adira. Sí, supongo que tener padres en la industria de la moda te convierte en celebrity. Al menos en su Twitter tiene un montonazo de followers y no sólo porque tiene fotos con Kate Moss y alguna de las dos Delevingne, no sé cómo se llaman. Está la que es más mayor y luego la otra guapita. El caso es que tuve que volver a explicar que Adira no me interesa porque, sí, una de las cosas que aterran de ella es su fama. No la mala fama que Pia y Aaron dicen que tiene solamente, también la del mundo ese de las luces, las cámaras y la acción. Barry sonrió con esa cara que pone cuando no está convencido de lo que oye, pero fingió que lo dejaba pasar. Entonces Sid fantaseó un poco sobre lo que haría él si tuviera una novia cuasi famosa y, en realidad, no estaba lejos de lo que hubiésemos fantaseado los demás. Una de las razones por las que no siento un especial interés en caer en las garras de Adira —porque sí, sé que un poco le gusto— es no molestar a Delia. ¿Qué debería darme igual? Pues a lo mejor sí, pero soy muy de tener un corazón libre y de tener el valor de hacerle caso, como dice Mel Gibson en Braveheart. Y el corazón me dice: «aléjate de Adira». Cuando Phil quiso abrir la boca sobre el tema, Sid le interrumpió diciéndole que para tener novia tenía que tener primero valor para decirle algo a la chica en cuestión. Phil se picó y trató de darle un coscorrón, pero Barry actuó de árbitro de la pelea como si estuviese acostumbrado a esas cosas. Luego dijo que Sid tenía razón y Phil rodó los ojos, así que después de sonreírnos Dean y yo preguntamos qué estaba pasando. No hubo que preguntar mucho cuando por fin Phil admitió que le gustaba alguien de clase. Y, por supuesto, yo quise saber y pregunté cual cotilla audaz.

Parecemos Tontos...Where stories live. Discover now