Diario de Paul XLV: ¡Vaya año nuevo!

3.2K 146 23
                                    

Carrbridge, sábado 3 de enero

Domingo

—¿Estás escribiendo a la chica, pequeño? —le pregunté a mi amigo, que tenía el móvil en la mano.

—Sí. Le estoy diciendo que ya hemos llegado a casa.

—Está bien, está bien. No tienes que darme explicaciones.

Dean se quedó mirando el móvil por un momento hasta que lo dejó en mi mesilla. Le veía feliz. Ya nos habíamos metido cada uno en nuestra cama. Yo miraba al techo de mi habitación y Dean al frente, no sé qué esperaría encontrar en el armario.

—¿Te gusta mucho, no?

—Sí. La verdad es que sí, tío. Me gusta muchísimo. Imagínate toda la vida detrás de ella y ahora...

—Es una tía de puta madre.

Dean me miró sonriente y asintió. Mereció la pena la discusión con Delia si al final conocer a Emily ha servido para que Dean sea feliz. La verdad es que el pequeño es una persona a la que tengo mucho cariño, casi sin haberlo querido. No lo puedo evitar. No sé si me habría peleado con Thomas si ese balón no le hubiera dado en la cara a Dean.

—Lo es, no sé. Es buena conmigo, paciente, muy paciente, porque sabes que yo soy... bueno, ya sabes cómo soy. —No sé qué quiso decir con eso, pero no dije nada. Para mí es auténtico, sencillo y genial—. Tengo una suerte que más la quisieran muchos. No sabes, Paul, lo afortunado que me siento de que esté conmigo. Imagina, una chica te gusta, pero sólo puedes ser su amigo.

Yo me giré hacia el pequeño y le miré. Suspiré, resignado.

—Me hago una idea...

—¡Ah! Claro, a ti te pasó con Claire. —Me sonrió con una mueca de disculpa. Sonreí con un poco de resignación. Claire, sí, eso me había pasado con Claire, pero no era ella en la que había pensado en ese momento. Intenté quitarme esos pensamientos de la cabeza y miré a mi amigo para que continuara hablando—. Pues eso es lo que me ha pasado siempre. Siempre he sido sólo el amigo. Bueno, eso es mucho decir, ni siquiera era eso. El chico que ayudaba con los deberes, o que les prestaba los apuntes. Y llegáis Joanne y tú y me cambiáis la vida.

Joanne y yo. Miré a Dean otra vez. Hice un gesto como de que exageraba. Él sonrió y asintió mirando al techo.

Los dos nos quedamos callados ahí en la oscuridad de mi habitación. No sabía si hablar más o dormir. Esa noche habían pasado demasiadas cosas. Mi corazón me había estallado de sentimientos encontrados y no estaba seguro de haber sido lo suficientemente valiente como para hacerle caso. Me gustaría hablar más con mi mejor amigo, pero no sabía si tendría sueño. Me acomodé en la almohada, pero entonces él volvió a hablar.

—No te preocupes por lo de Thomas y Claire. Bueno, ya saben que lo sabes, ahora sólo tenéis que pediros perdón.

—Sí. Bueno, todo a su tiempo...

—Todo a su tiempo, sí —soltó una risita—. Mañana mismo. Me ha dicho un buen amigo escocés que no os gusta tener deudas antes de año nuevo. Te queda poco tiempo.

Volví a girarme hacia el pequeño que me había sacado una sonrisa enorme. Él miraba al techo. No llevaba las gafas puestas. No sé cuánto ve sin gafas. ¡Qué tonterías piensa uno después de una noche de pedo! Sobre todo cuando aún el alcohol está recorriendo el organismo, porque yo tenía la mente espesa, pero la lengua desatada. Vaya Hogmanay pegándome con mi mejor amigo. Menos mal que también los tenía a ellos. Y ella... rondándome todo el tiempo por la cabeza.

—¿En qué piensas? —me preguntó Dean extrañado. Me estaba mirando. Debe ver más sin gafas de lo que me imaginaba.

—En ellos no —le contesté pensando muchas cosas a la vez—. En realidad, volviendo al primer tema, es una mierda que te guste alguien y ella sólo quiera ser tu amiga. Por mucho que te empeñas en hacerle creer que nadie más que tú podrías hacerle feliz, ella se empeña en juntarse al primer gilipollas que ve.

Parecemos Tontos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora