Diario de Paul XXX: Mi amor me espera

3.5K 177 15
                                    

Sábado, 27 de Septiembre

Me duele la cabeza un montón. Cuando me he despertado he mirado para un lado y he visto a Dean en la cama nido. No llevaba las gafas puestas y era difícil reconocerle. Tenía todo el pelo alborotado y una expresión de profunda comodidad que hasta me ha dado envidia.

La puerta se ha entornado un poco y he visto un ojo observando cerca de la altura del pomo. He sonreído y he remoloneado aún en la cama. Después he mirado a la puerta, he sacado la lengua y he oído la risa de mi prima detrás de la madera. Me he llevado el dedo índice a la boca pidiéndole silencio y después la he invitado a entrar moviendo el mismo dedo. Ella ha terminado de abrir despacio y ha entrado de puntillas, como si así hiciera menos ruido, ha ido andando cual ladrón, sorteando lo que se encontraba, hasta mi cama a la que ha subido de un salto. Yo me he incorporado y me ha dado un abrazo. Nos hemos quedado mirando a Dean.

—Es muy guapo Dean, ¿no? —ha dicho en bajito. Yo me he reído y me he encogido de hombros. Yo sólo sé si los chicos son feos, no si son muy guapos.

—¿Te gusta Dean, enana? —he preguntado también susurrando. Ella ha asentido sonriendo—. Pero si es muy mayor para ti, ¿no?

—No —ha dicho riéndose—. Me gusta pero no estoy por él, ¿eh? Me gusta como amigo tuyo.

No he sabido qué decir. ¿Cómo es posible que hable así? Y que salga del paso mejor que mucha gente de mi edad.

De pronto Dean ha abierto un solo ojo y nos ha mirado. Lo ha movido haciendo un círculo y luego ha apretado los dos con fuerza antes de volver a abrirlos y achinarlos mientras sonreía mirándonos.

—Pues qué pena —ha pronunciado con voz ronca—. Yo que estaba esperando el momento perfecto para pedirte que fueras mi novia...

Mi prima se ha puesto roja como un tomate y se ha echado a reír. Se ha pegado aún más a mí. ¡Ay, qué tonta! Él le ha sacado la lengua y ella se ha escondido detrás de mí. Supongo que no se puede salir con soltura de todas las situaciones comprometedoras.

—¡Estás que lo tiras, tronco! —le he dicho a Dean ya en un tono de voz normal.

Él ha resoplado, ha apretado otra vez los ojos y después me ha sonreído. Ha metido las dos manos bajo la almohada y después ha apoyado la frente encima.

—Joé —se ha quejado—. ¡Cómo me duele la cabeza!

—Y a mí.

—¿Por? —ha dicho mi prima.

—Por dormir poco —ha sentenciado él. Ella se lo ha quedado mirando como si no nos hubiéramos dado cuenta de que ya era tarde—. Y tú, ¿cómo has dormido?

—¡Bien! —ha gritado. Dean y yo nos hemos llevado la mano a la frente y hemos hecho una mueca de disgusto por tanto volumen. Ella después se ha vuelto a poner colorada y se ha tapado la cara cogiendo un cojín.

—¿Un café o qué? —le he dicho a Dean. Él ha asentido y se ha incorporado. Después ha movido la cabeza como si le hubiera dado un vahído. Conozco esa sensación. Es como si todavía fueses borracho aun después de haber dormido.

*

David no llevaba mucho tiempo levantado tampoco. Mis tíos habían salido a hacer compra y estábamos solos en casa. He preparado dos cafés. Dean ya se había puesto las gafas y volvía a ser el de siempre. Bueno, con un resacón del quince, pero el de siempre. Nos hemos sentado al lado de David que estaba medio sopa aún. Cada uno con un café y un antiinflamatorio al lado. David nos ha mirado y se ha empezado a reír.

—¿Desayuno escocés?

—¡Pues ya ves! —he dicho yo riéndome.

—¿Qué hicisteis?

Parecemos Tontos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora