Diario de Paul XXXIX: Familia

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Londres, Domingo 7 de Diciembre

Mis padres se acaban de marchar con mi prima Lissa. No tengo ganas de hacer nada, estoy matado. No hemos parado en todo el finde. Todo empezó el viernes, cuando salía de clase y la vi allí en la calle. No me podía creer que estuviera aquí, pero fue un subidón encontrarla en el banco sentada, dispuesta a dejarme sin palabras. Le agarré de la mano y entrecrucé nuestros dedos. Tiré de ella hacía mis nuevos amigos ingleses. No podía dejar de sonreír como un idiota. Ella me apretó la mano exactamente dos veces. Una era: «estoy aquí» y la otra: «de verdad estoy aquí». Así lo entendí y la miré dedicándole una sonrisa. Miré a todos, cada uno tenía una cara diferente que me sacó una carcajada. Desde la de confusión de Delia, la certeza de Dean y la curiosidad de Pia, Aaron y Jo.

—Bueno —dije por empezar de alguna manera. Puse la mano que tenía libre sobre las que teníamos cogidas mi prima y yo—. Ella es mi prima Lissa. Y no sé bien cómo ha llegado hasta la puerta del colegio, pero está aquí —reí. No podía parar de hacerlo, de hecho—. Estos son Dean, Pia, Joanne, Aaron y Delia —dije señalándolos a cada uno de ellos. Miré a Delia y por un momento me pareció ver que se sonrojaba mirando al suelo, pero todos se acercaban a saludar a Lissa y se pusieron en medio de mi trayectoria visual.

—¿Y eres de Carrbridge? —preguntó Joanne a mi prima de forma simpática cuando volvíamos a echar a andar hacia el Underground.

—Sí —contestó—. Aunque paso mucho tiempo en Inverness, donde está mi colegio y mi equipo de volleyball. De hecho, al tonto de mi primo Paul le veo... bueno, le veía, todos los días en clase.

—Y ahora nada... —canturreé yo un poco sobreactuado. Ella meneó la cabeza y se mordió el labio inferior poniendo los ojos en blanco—. ¡Ay, Stonem! —exclamé sonriendo—. ¡Pero qué guapa eres, coño!

—Este sí que es mi primo.

Le dije a Dean que hablábamos después; sonreí a Joanne y le acaricié la mejilla. Bajamos del metro Lissa, Delia y yo en nuestra parada. Al salir a la calle, ella tomaba el camino hacia la derecha y mi prima y yo hacia la izquierda. Le comenté a Delia que si salía algún plan le avisaría. Ella sonrió y asintió simpática llevándose un mechón tras la oreja.

Mi prima y yo íbamos hacia casa. Yo la miré y le pregunté que dónde estaba su maleta. Me dijo que habían llegado sobre las once y les había recogido Carl en el aeropuerto.

—Yo me puse pesada con verte y me explicó cómo ir al colegio en metro mientras que ellos se iban a hacer unas cosas.

—¿Qué cosas?

—No sé, cosas. Yo que sé.

—Ah... —dije mientras abría la puerta del portal—. Pero entonces mi tío se ha cogido el día libre...

—No, creo que no.

—¿Y entonces? —le pregunté cuando subíamos por las escaleras.

—Que no lo sé, Paul. A lo mejor se ha cogido la mañana libre, no lo sé. Sé que tus padres vendrían a la hora de comer, o sea que no me extrañaría que... —decía mientras abría la puerta de casa.

—¡Paul! —gritó mi madre desde el salón al escuchar la puerta abrirse.

—... estuvieran ya aquí —continuó mi prima mientras se nos escapaba la risa entrando por la puerta.

Mi madre ya estaba en el hall con una sonrisa enorme. Me alegré de verla. Sí, claro que me alegré de verla. Le di un abrazo y ella me llenó la cara de besos, que hasta hubieran empezado a molestarme de no ser porque los echaba demasiado de menos. Entramos al salón y mi padre estaba ojeando unos papeles. Levantó la vista y me miró. Yo levanté una ceja. Se levantó del sofá y vino hacia a mí con esos andares rudos que dicen que he heredado. Nos estrechamos la mano fuerte y tiré de él para darle un abrazo.

Parecemos Tontos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora