—Es algo que viene en el ADN masculino, Dash. —Ojos grises caen sobre los míos por un segundo, para luego detenerse en mis labios.

—Lo siento —Sus palabras parecen extrañas en sus labios, como si fuera una disculpa forzada—. Yo solo... lo siento.

—Cuando lo sientas enserio, búscame —Me coloco de pie, pero rápidamente vuelvo a ocupar mi lugar luego de que Dash tire de mi mano—. Enserio, Dash, solo déjame en paz.

—¿Por qué dijiste que Parks no es tu padre? —El cambio de tema tan inmediato me hace guardar silencio, los ojos de Dash se posan sobre los míos, claramente esperando una respuesta—. Sé que lo es, ¿Por qué mentir sobre eso?

—Es algo que no debe importarte. —Aseguro, liberándome de su agarre, Dash sonríe de lado, haciéndome soltar un suspiro, completamente aburrida.

—Todo lo que tiene que ver contigo me importa, Holly. —Abro la boca para decir algo, pero Dash se mueve con rapidez y me besa, nuevamente. Se separa con rapidez, deteniendo mi mano que estaba lista para propinarle una bofetada, la sonrisa divertida en sus labios me indica que ha logrado algo que no soy capaz de entender.

Algo que es ajeno a mí.

—Ve hoy al café, por favor, estaré ahí a las 8. —Sé que debo negarme, pero por alguna estúpida razón, asiento, completamente confundida conmigo misma.

¿Qué diablos ocurría conmigo?

Dash se levanta de la mesa en cuanto capta mi respuesta, y se aleja, dejándome completamente confundida.

¿Por qué acepte ir al café?, ¿acaso estaba algo mal conmigo?

Negándome a matar a mi cerebro tratando de entender a Dash, me levanto lista para las clases que hacían falta.

Ahora no solo tenía que lidiar con Dash, o las aburridas materias de la universidad, ahora tenían que enfrentar las miradas en los pasillos, parecía que los rumores solían correr con más rapidez de lo normal.

—¿Me podría decir uno de los principales exponentes del conductismo, señorita Parks? —Mi cabeza se levanta de las notas que estaba tomando. La pregunta me había tomado por sorpresa (no podía negarlo) pero gracias a Dios, me sabia la respuesta.

—Pavlov —Murmuro, no recordando correctamente el nombre—. Se le atribuye el experimento del perro, la comida y la campanilla.

—Exacto, señorita Parks —La maestra aplaude, mostrando su felicidad ante mi respuesta—. Me agrada que tenga a Barton como compañero, debes sentirte afortunado, Dash.

—Créame que así me siento, Mary.

Mi ceño se frunce ante sus palabras, pero no necesito hacer un comentario a la defensiva. Si más me negaba, mas creerían que era verdad.

La maestra se enfrasca en una profunda explicación sobre el experimento, dejando que varios ojos se posen sobre mí, entre esos, los ojos grises de Dash que me observaban con diversión.

—¿De qué diablos hablan? —Colin pregunta en voz baja, verificando que la maestra no se gire hacia él. Me encojo de hombros, negándome a explicar algo que no tenía ni pies ni cabeza.

—¡Bien! —Nuevamente la voz de la maestra llama mi atención—. ¿Alguien me puede dar un ejemplo diario de conductismo?

Brazos levantados son los que menos faltan, y entre esos, el de Dash—. Vaya... Dash, ¿Qué puedes aportar?

—Un ejemplo claro y vivido —Él sonrió, posando sus ojos sobre mi—. Puedo compararlo con el experimento de Watson; el bebe y la rata.

—Te escuchamos, Dash. —El interés de la maestra se clava en el chico completamente tatuado y, por alguna extraña razón, sé que voy a terminar avergonzándome.

—Podemos comparar al bebe con Holly —Varias risas se escuchan, y simplemente puedo mantener mis ojos al frente, únicamente observando al pizarrón—, y -aunque no quiera-, yo termino siendo la rata. En esta ecuación el miedo no entra en acción, pero lo podemos reemplazar con la atracción que ella siente por mí. Esa atracción es tan grande, que siente miedo en acercarse a mí.

Varias risas se escuchan, esta vez aun más fuerte, logrando atraer el enojo a mi cuerpo. Mi mano se levanta con rapidez, atrayendo la atención de la maestra, esta me da la palabra sin decir absolutamente nada.

—Podemos hablar del experimento de Watson, pero también hablamos del que Pavlov hizo —Una sonrisa falsa se extiende en mis labios en cuanto poso mis ojos sobre Dash—, el perro, que lamentablemente sería Dash, se siente atraído por la comida —Me señalo, dando énfasis en mi ejemplo—. La campanilla, seria todo y cada uno de los momentos que la comida se encuentra sola, completamente indefensa, lista para ser atacada por la bestia. Así que... ¿Podemos decir que el conductismo lo hace alguien más, o nosotros somos los únicos que podemos cambiar nuestra forma de ser? —Mis ojos se posan sobre Dash, quien parece algo sorprendido por mis palabras—. Creo que el perro debería aprender a comportarse si quiere recibir algo a cambio.

Una vez que cierro la boca, los murmullos empiezan.

Todos parecían completamente sorprendidos, pero no podía dejar que Dash haga lo que quiera, no en mi presencia.

—¡Silencio! —Todos y cada uno de los alumnos guarda silencio, temerosos de hacer enojada a la maestra—. Agradezco a Dios por los estudiantes que me ha dado este semestre. Para tener una idea clara en lo que se basa el conductismo, todos harán parejas con los estudiantes de la otra carrera. Necesito ver cómo funcionan trabajando juntos.

Intento buscar a alguien con la mirada de ingeniería para hacer el trabajo, pero la voz de la maestre me detiene por completo.

—Holly y Dash trabajaran juntos.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now