13: Sol y sombra

Začít od začátku
                                    

»Este hombre es un demonio.

Alex no pudo apartar la mirada de él, sintiendo que sus entrañas hervían con odio. ¿Cómo se atrevían a exponer su mundo así? ¿En qué momento creyeron que era buena idea hacer que la vida de un vampiro fuese suficiente excusa como para hacer algo de esa magnitud?

Y pensar que toda la gente que estaba a su alrededor sólo creía que era una actuación...

—Nosotros —continuó—, debemos evitar que eso pase. No podemos dejar que siga vagando libremente por las calles. Debemos matar al demonio.

Los actores asintieron y murmuraron de forma afirmativa, mientras los espectadores aplaudieron y vitorearon, entusiasmados al acercarse el momento cumbre de la obra, mientras Derek se acercaba hasta él muy despacio, sujetándole la cabeza por las sienes y presionando con demasiada fuerza, provocando que Alex hiciera una mueca de dolor mientras escuchaba muy vagamente que el que se encontraba detrás de él se alejaba un poco.

—Por favor —pidió Alessandro en un susurro débil—, si vas a matarme, hazlo ya. Sólo hazlo...

Pudo escuchar la risa sardónica del vampiro.

—¿Por qué habría de hacerlo a tu modo?

Alessandro sintió que sus manos hacían presión entre su cráneo y el cuello, y cerró los ojos al tiempo que Derek le hacía ladear levemente la cabeza. Intentó liberar sus brazos, sabiendo lo que Derek se proponía hacer, pero no lo logró. Con un brusco movimiento de sus manos, Derek giró su cabeza entre ellas, y Alessandro pudo escuchar sus propios huesos romperse.

Notó su cuerpo colgando sin fuerza entre los brazos de los vampiros que aún lo sujetaban, y sabía que en el momento en que Derek lo soltara, su cabeza caería hacia atrás sin soporte. Todo su cuerpo se había apagado, y ahora no podía sentir nada, o moverse en absoluto.

Más vampiros los rodearon entonces, comenzando a arrancarle las ropas del Carnaval, y Derek aprovechó el momento para usar la garra y rasgar la ropa que llevaba bajo el disfraz, haciendo que su piel herida quedara aún más expuesta. Luego, como si se hubieran puesto de acuerdo, todos lo soltaron al mismo tiempo, dejándolo caer como un muñeco sin hilos.

No podía moverse. No podía sentir nada.

Pero aún no estaba muerto.

El cuello roto no es problema para un vampiro. Poco después de que escuchara cómo se rompía su columna, volvió a sentir un leve cosquilleo en el cuello cuando los huesos comenzaron a arreglarse y a tratar de volver a su lugar.

Rogó por que aquello fuera lo suficientemente rápido como para permitirle levantarse y huir mientras los otros vampiros terminaban su representación, pero sus esperanzas eran vanas. Incluso para la capacidad de sanar de un vampiro, ese era un proceso lento, y supo que su cuello no se arreglaría lo suficiente como para permitirle moverse antes de que el sol lo quemara.

Así, con la ropa rasgada, quedaría más expuesto al sol y las heridas harían que la muerte fuera mucho más dolorosa.

Cerró los ojos, no queriendo ver ni saber nada más.

«Voy a morir. Voy a morir. Voy a morir.»

Notó que dos de ellos volvían a sujetarlo, levantándolo por los brazos, y sintió que su cabeza caía hacia atrás sin que pudiese evitarlo. Lo arrastraron un par de metros, alejándolo del escenario principal y tendiéndolo sobre la nieve justo en el límite de la carpa, muy cerca de una zona que sería iluminada por el sol al mediodía.

La sangre que aún brotaba por sus numerosas heridas comenzó a teñir la nieve de rojo, y pudo escuchar a alguien en el público haciendo un comentario sobre lo realista que lucía la sangre de utilería. Sin embargo, se obligó a ignorar todo lo que sucedía a su alrededor y trató de calmarse: lo habían tendido de espaldas sobre el suelo, en la posición perfecta para ayudar a su cuello a arreglarse con más rapidez.

El último Hawthorne: Sol de MediodíaKde žijí příběhy. Začni objevovat