Esbozando una sonrisa que esconde todo, me volteo.

Ella se acerca y me pregunta suavemente: —Hola. ¿Cómo estás?

—Estoy bien, Daisy. Eso debería preguntártelo a ti —respondo, y ella hace un gesto con la mano para quitarle importancia.

—Chica, soy un hueso duro de roer. Además, hace tiempo que se la tenía jurada a Sasha.

—Sí, lo vi. La dejaste hecha polvo. Creo que te pediré clases sobre cómo sacarle la mierda a las zorras.

Ella asiente riendo y dice: —Amiga, las tendrás cuando te recuperes del todo, pero a cambio me darás clases de cocina.

—Las tendrás —le miento,y me siento fatal.

Odio mentir, pero debo actuar lo más normal posible para que no sospeche que me estoy cayendo en pedazos, ni que me voy y no volveré a verla.

Ella mira fijamente mi cuello y enojada gruñe: —Mierda, esa puta llegó a tocarte.

—Sí, pero fue solo un rasguño y ya el doctor Brandon lo desinfectó. Por cierto, ¿qué hicieron con ella?

—La sacaron como la mierda que es del club. No puede volver aquí.

—¿Daniel habló con ella?

—Sí. No sé lo que le dijo porque estaban en su oficina, pero de seguro que la puso en su sitio porque ella salió llorando y muy asustada. No te preocupes porque no volverá a molestarte nunca más.

—Oh, bien —digo sin entusiasmo, y por eso ella me mira sospechosamente. Su mirada viaja hacia la cama y...mierda.

—¿Por qué tu chaleco está en la cama?

—Iba a ducharme —le contesto demasiado rápido. Cambiando de tema, le comento—: Daniel dijo algo sobre los hermanos que no me protegieron. La verdad es que me extrañó ver la cocina vacía porque ellos siempre están rondando por allí.

—Sí, eran los dos nuevos prospectos Oscar y Adam —me cuenta, pero todavía me mira con recelo.

—¿Qué pasó con ellos? —mi tono es engañosamente casual.

—Ellos escucharon a Sasha gritarte y no hicieron nada. Se supone que si quieren entrar al club tienen que hacer lo que el presidente les manda, y Daniel fue muy específico en que tenían que cuidar de ti, ¡no irse a tomar al bar, ni a jugar billar! Nunca he visto a Daniel tan furioso. El odia la violencia, pero casi les saca la mierda a golpes a esos dos. Dylan y Ben tuvieron que controlarlo.

—Dios mío, ahora me siento mal. Nunca fue mi intención causar problemas en este club. Siento que todo es mi culpa.

—No tienes que sentirte mal ni sentirte culpable, Samantha. Tú no has hecho nada. Aquí hay reglas que deben seguir. Si no las hubiera, ¡sería un caos total!

—Pero...

—Bien —alza sus manos—. Basta. ¡Ya basta! ¿Crees que no me doy cuenta de cómo estás? Eres una pésima actriz, amiga. Discutieron Daniel y tú, ¿verdad? ¡Por eso estás tan apagada!

Me quedo en un silencio que dice más que mil palabras.

Ella acaricia mis brazos para consolarme, y dice suavemente: —Me lo imaginé. Él salió de la oficina y se fue directo al bar, y por su actitud sombría pensé que iba a tomarse toda la reserva de whiskey, pero no lo hizo. Lanzó el vaso contra la pared, y se fue en su moto quien sabe a dónde. Ben y algunos hermanos lo siguieron, no vaya a ser que tenga un accidente.

Oh, no.

—Dios mío. No quiero que le pase nada y menos por mi culpa. —Pura ansiedad me recorre.

—¡Deja de culparte y de preocuparte! Los hermanos lo cuidarán.

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now