Desde el primer momento me había negado rotundamente a aceptar la casa, ya me sentía demasiado mal aceptando una mesada de la cual no tenía derecho alguno y de la que se estaba guardando progresivamente en una cuenta bancaria. Si yo no la utilizaría, tal vez encontraría algo bueno en lo que podría ser usado. Sin embargo, una casa como regalo era mucho más de lo que yo podía aceptar. Era demasiado para la tan poca cosa que yo aportaba a la vida de Alison.

Alison Parks me había enfrentado semanas atrás en Los Ángeles, sus palabras era algo que no podía olvidar con facilidad.

"Prefiero que esa casa esté en tus manos, a que termine en manos de mi padre, o peor aún, de alguna otra persona."

Yo había suspirado, observando los ojos de la mujer que me había dado una nueva oportunidad y, sin pensarlo más, la acepté. Y ahora, de pie en el interior de la enorme casa, me siento algo perdida, completamente desubicada...

El recuerdo de mi madre y el hombre que creí ayudaría a criarme, ahora sólo parece una amarga pesadilla. Cuando era niña pensé que aquel hombre nos ayudaría a salir adelante, sin embargo todos mis sueños fueron destruidos de un sólo golpe.

Richard Hooligan sólo había sido el punto de quiebre para la enfermedad de mi mamá. El sinfín de insultos, las tareas de limpiezas forzadas y la explotación laboral a la que él la exponía habían ido apagando la luz de mamá poco a poco. Si ella no se hubiera expuesto a tantos maltratos, seguiría con vida, luchando contra todo lo malo que había en nuestras vidas, pero eso perdería la importancia si estábamos juntas. Sin embargo, nada sucedió como yo quería.

Ella había muerto.

—Dice frágil —El chico de cabellera negra (el más joven), me sorprende, observando con algo de curiosidad el cuadro que sostengo entre mis manos. Una foto mía y de mamá. Tía Alison la había tomado el día que llegó a nuestro pequeño departamento en Los Ángeles. Al día siguiente de mi estancia en el hospital. Dejo el cuadro por un segundo y trago el nudo en mi garganta antes de girar con dirección al chico.

—Puede colocarla sobre la barra de la cocina —digo, señalando el camino que lo llevaba al lugar indicado. Suelto un suspiro, recordando que la mayoría de las cosas que había en el camión eran regalo de Alison. Cuando empecé a vivir en un departamento compartido ella no había dudado en darme unas cuantas comodidades, lo cual logró con mucha facilidad.

—¿Todo en orden? —El cargador pregunta. Me golpeo mentalmente cuando no logro recordar su nombre, sin saber qué decir, simplemente asiento e intento regresar a lo que estaba haciendo, fallando notoriamente cuando lucho por recordar su nombre, sin embargo, eso no ocurre.

Camino detrás de él luego de rendirme en tratar de recordar su nombre y cuando llegamos a la cocina él coloca la caja sobre la barra de desayuno. Noto los arreglos que Alison se había encargado de hacer antes de que yo sea capaz de poner un pie dentro de la casa. En las fotos que ella me había mostrado las paredes tenían un tono blanco, sin embargo, justo ahora, el tono durazno que le habían dado era mucho mejor de observar. También todos los muebles del comedor habían sido cambiados y sólo soy capaz de liberar un suspiro ante eso.

Estaba algo consternada.

Le había pedido a Alison que no malgastara más dinero en la casa, o en mí y, al parecer, a ella le entraba por un oído y le salía por el otro. Me sentía incomoda, porque a pesar de confiar en ella, también sentía que ella no tenía ningún deber hacía conmigo. El que ella se empeñara en arreglar y pagar cosas por mí sólo me hacía sentir que ella se estaba disculpando por algo de lo que no tenía culpa alguna.

Agradecía que se preocupe por mí, pero no era necesario hacerlo de forma monetaria. Estaría feliz con una charla cada dos días, o simplemente una salida al parque a ver a los niños correr.

BAD GUYS I: AGGRESSIVE © |EN EDICIÓN|Where stories live. Discover now