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El sudor bañaba la frente de Jamie. Sus manos presionaban las sábanas en puños y suaves quejidos salían de sus labios. La piel se le había puesto tan pálida que su cabello lucía demasiado oscuro.
Liam bostezó y avanzó hacia el pasillo. Al pasar por el cuarto de ella, abrió la puerta confundido.
-¿Jamie?
Ella se retorció con suavidad y lo miró.
-Hola.-susurró y volvió a llevarse las rodillas al pecho.
-¿Qué pasa?-preguntó él.
-No me siento muy bien.
Liam se aproximó y le tocó la frente.
-Estás ardiendo.
-Me duele la panza.
-Vení acá. Vamos a darte un baño.
-No puedo pararme. -susurró ella.- Es... -hizo una mueca.- Normal. Pasaba siempre.
-Antes de que Jhon no te dejara donar.-completó él.
-Dice que mis defensas quedaron muy bajas.
-Me di cuenta. Siempre te enfermas.-dijo él y la tomó en brazos.- No me gusta que te enfermes tanto. Me asusta.
-No tengo leucemia.-dijo ella.
-Ya lo sé. Pero Jhon me dijo que te hiciera el estudio si te enfermabas con frecuencia.
Ella soltó un quejido de fastidio y dejó que su cabeza cayera hacia atrás. Su hermano rió.
-Te reís de mi desgracia.
-Me rió de lo hermosa que sos. Mi chiquitita.
Cuando Jamie ya estuvo en el sillón con su hermano, mirando películas,  éste volvió a tomar su temperatura.
-Lo bueno es que te curas rápido.

Harry miró a su alrededor y se encontró frente a la cada de la familia Payne. Maldito para sus adentros y arrancó en auto. Entonces algo llamó su atención. Se agachó y tomó entre sus manos el delicado brazalete. En pequeñas letras sobre la placa de plata se podía leer Mimi. Lo acarició con suavidad y revisó el auto. ¿Quién demonios era Mimi y por qué su brazalete estaba ahí? Arrancó y se marchó de ahí rápidamente.

-¿Puedo ir?-preguntó Jamie.
-No lo sé. -dijo Geoff.- Liam no puede ir.
-Papito lindo, por favor te lo pido. Te prometo que todo va a estar bien.
-Jamie...
-Por favor.
-Está bien.-se rindió.- Dejame llevarte.
Ella sonrió y dio saltitos hasta el auto. Su padre negó, divertido, y encendió el motor.
-¿Vos crees que los chicos vuelvan hoy?
-Si. Tu hermano habló hoy con Louis. Parece que no están muy felices con que hayan faltado a último momento.
-¿Vos crees que se enojen mucho?
-Claro que no. Son Niall y Louis. Nunca podrían enojarse con ustedes.
Ella suspiró aliviada y su padre rió antes de besarle la mejilla y dejarla bajar.
Jamie entró en la casa y Jesy la esperaba cerca.
-Mamá se fue recién. -dijo y había lágrimas en sus mejillas.
-¿Qué pasa?-preguntó asustada, poniéndose a su altura.
-Jamie, ¿vos me ayudarías a intentar caminar?
La chica se paralizó de golpe. ¿Jesy realmente le estaba pidiendo eso? La cabeza le daba vueltas y necesitaba aferrarse a algo o alguien. Su espalda chocó contra alguien y unos brazos la rodearon. Ella se aferró al brazo tatuado.
-Vamos a ayudarte.-dijo Harry.- ¿No es así, Jamie?
-Si.-susurró ella sin ser consciente de ello.
-Andá a lavarte la cara, Jesy. Nos vemos afuera.-el joven la llevó al patio a Jamie y la hizo voltear.- Va a estar bien. Tenemos que apoyarla.
-No puedo.-susurró Jamie.-Yo... No puedo.
-Jamie...
-¿Y si algo pasa? No puedo.
Las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos así que él la abrazó, llevando la cabeza de ella hacia su pecho. La sintió temblar.
-Tranquila, Jamie.
-Cory dijo que nada iba a pasar. Él también quiso ir en contra de todo y... Nunca más salió del hospital. Él dijo que nada iba a pasar.
-Shh. Eso no va a pasar ahora.
-Prometelo y no rompas tu promesa.-suplicó ella.
-¿Desde cuándo crees en mi palabra?
Ella guardó silencio y Harry sintió que algo se le escapaba pero no dijo nada al respecto. La sintió pequeña y frágil y la presionó más contra su pecho.
-Lo prometo, Jamie. Prometo que nada va a pasarle a Jesy.
La chica apareció y se acercó a ellos. Harry le tomó la mano, aún permaneciendo con Jamie contra su pecho. La chica estiró su mano y Jesy la tomó, poniéndose de pie. A los pocos segundos se cansó y tuvo que volver a sentarse.
Toda la tarde trabajaron con ella pero Jamie se mostraba muy asustada y eso parecía afectar a Jesy.
-Jamie.-dijo Harry, tomando el rostro de ella entre sus manos.- Mirame. Si no podes hacer esto, yo la ayudo, pero necesito que estés bien.
Jamie se fue luego de un rato. Esa noche, Harry la vio acostada en la hierva, mirando la estrella que ella decía que era de Cory.
Liam pasó por ella y la tomó en brazos. Jamie dormía. Tal vez no debería haberla hecho ayudar a Jesy. Puede que fuera muy duro para ella. Pero era Jesy quien quería que Jamie la ayudara. La veía como una superheroina que venía a ayudarla. Pero él, mas que eso, la veía como un ángel al que le habían arrancado las alas de una forma demasiado dolorosa. Veía que le dolía ayudar así, convencida de que no hacía más que daño.
Esa noche él no había llevado a nadie. No después de encontrar ese brazalete que le decía que alguien había pasado pero él no lograba recordar. No había podido ser el que solía ser, luego de eso. Sólo podía ser ese Harry marcado por Jamie Maddox Payne, quien amenazaba, a cada segundo, con romper esa creencia de que no existe ese amor que te destruye, te consume y se te cala hasta los huesos, prometiendo jamás desaparecer.


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