Balbuceando, le dije: —Yo...no puedo...oh, Dios mío.

Esto te protegerá. Cuando lo vean puesto en ti, retrocederán porque sabrán que me perteneces, que eres una Dragón. Será temporal, hasta que estés fuera de peligro, pero si ves que es mucha presión y no puedes seguir, entonces es tu decisión darlo por terminado y regresármelo. Eso sí, nadie debe saber las razones por las que te lo estoy dando, ni siquiera Daisy. ¿Comprendes? —aclaró, mientras lo sostenía con sus grandes manos y asentí:

E...entiendo —respondí y me levanté lentamente de mi asiento, todavía dudando y aprensiva, pero entonces recordé sus palabras. Él dijo que es mi decisión.

Puedo llevarlo y terminarlo si ser su mujer me abruma en algún momento. Él me dio ese poder, pero no creo que lo use por el momento porque lo más importante ahora mismo es que llevarlo, me dará protección de las malas personas que hay afuera.

Sigo sin creer que haya aceptado, pero lo hice porque tengo mucho miedo de lo que pueda pasarme si salgo de aquí, en donde me he sentido igual de segura que en casa de mi Abu, rodeada de buenas personas y de cierta estabilidad. Y ya estoy cansada de vivir con miedo y en la incertidumbre. Y como siempre que estoy cerca de Daniel me siento cálida y segura, lo acepté.

De pie frente a Daniel, respiré profundo y asentí.

—Date la vuelta entonces —dijo él, su voz plana.

Luego me volteé de espaldas a él y extendí mis brazos mientras colocaba el chaleco con lentitud. Mientras eso pasaba, sentí un poco de tensión salir de su enorme cuerpo y supe muy bien por qué. Él no podía creer esto tampoco porque nunca lo había hecho. Nunca había entregado sus letras a ninguna mujer, de manera real o transitoria. Nunca había estado en una situación como esta y lo comprendo y no lo juzgo. Al contrario, le estoy inmensamente agradecida por su sacrificio.

Cuando terminó de ponérmelo y sentí el peso y el calor del chaleco en mi cuerpo, me quedé parada por un rato asimilando el hecho de que por el momento soy su mujer, la compañera de Daniel Baxter, presidente del club los Dragones.

Oh, Dios.

Inmediatamente sentí que las palabras en el parche quemaban en mi espalda por el simple hecho de llevarlas, pero al mismo tiempo también sentí como si las llamas me abrazaran, protegiéndome...cuidando de mí. Me volteé lentamente hacia Daniel y lo que vi en sus ojos, me dejó con las piernas de gelatina. Su mirada verde luminosa era intensamente verde mientras me miraba con fijeza. Él vio todo, lo que escondí y lo que mostré...y creo que le dejé ver demasiados sentimientos que no eran aptos para ese momento. Recuerdo que tragué nerviosamente, pues nada parecía romper el incómodo silencio que había en la oficina ese día. Parecía que solo estuviéramos Daniel y yo, pero eventualmente, la conexión se rompió, y dando un paso atrás, Daniel miró a sus hermanos del club y les anunció: —Hermanos, les presento a Samantha Reeves. Mi mujer.

Todos asintieron en acuerdo y lo felicitaron, pero él no sonrió. Él asintió una sola vez y se fue. Me quedé parada mirando su ancha espalda mientras se alejaba por la puerta...

—¿Me estás escuchando, Samantha? ¿Estás bien? —pregunta preocupada Daisy y doy un respingo cuando toca mi brazo derecho.

—Lo siento. Sí, estoy bien —respondo girándome y exhalando suavemente.

Su boca hace un chasquido. —Chica, ¿qué pasa por esa linda cabecita tuya, eh? No tienes nada de qué preocuparte —me anima, poniendo sus manos en mis hombros.

—Lo sé —asiento—. Gracias por todo lo que has hecho por mí desde que llegué, Daisy.

Correspondo a su cálido abrazo.

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now