Capítulo 11

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Max

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Max

—¡Maldita sea! —gruño más allá de enojado y dando repetidos golpes en el volante del auto. ¡Estoy malditamente furioso! Esto no puede estar pasándome. Jake va a matarme cuando no le lleve esos malditos documentos. Justo cuando iba a detenerme en ese albergue de mierda, vi a los dragones rondando por allí, lo que significa que ya me descubrieron. ¿Cómo demonios se enteraron? Estuve durante meses planeando todo, y cuando al fin puede tener una coartada perfecta, todo se fue a la puta mierda.

La fiesta para celebrar que el club estaba limpio, era el momento perfecto. Todos bebiendo, todos felices, todos en sus asuntos, y nadie notó que me fui por un rato. Obviamente, pensaron que me fui con Rachel a mi habitación para follarla sin sentido, pero lo que ellos no saben es que sí me la llevé a la habitación y la dejé en la cama tirada, borracha hasta las narices. Tuve que ponerle droga en la bebida porque Rachel es bastante resistente al alcohol y necesitaba que estuviera fuera de combate para que yo pudiera salir sin ser visto. Ella es como yo, nos gustan las cosas caras, la vida fácil, y el dinero. Era un buen revolcón, lo admito. Lástima que ya no me sirva para nada.

Desde que la mujer que me parió se largó como la mierda de mi vida cuando era un niño, todo fue un maldito desastre. La odio y odio a todos. Ella es la culpable. Desde entonces soy un rebelde y que se joda. La abuela Elizabeth me crió e hizo lo mejor que pudo con lo que tenía...y no tenía una mierda. Todos los días comiendo la misma comida, vistiendo la misma ropa, y con eso, las mismas burlas de los chicos en la escuela. Me harté, jodidamente me harté. Quería lo que los demás tenían, y como la abuela no podía dármelo, comencé a robar. Pequeños robos de mierda aquí y allá, comida, algún video juego de moda, y ropa en las tiendas caras del centro de la ciudad. A veces robaba mucho y lo vendía todo para hacerme con dinero en efectivo. Siempre fui un chico bastante robusto y me veía mayor para mi edad. Ya a los quince años bebía, fumaba, tenía chicas alrededor, y conocí a alguien que me hizo sentir parte de algo, una familia.

Mientras pasaban los años, poco a poco me fui haciendo más astuto, hasta que a los diecisiete me atraparon, y no pude creerlo. El viejo don Raúl me atrapó robando condones. ¡Carajo! Llevaba años robándole, y hasta ese día, no se había dado cuenta. Enseguida la vieja rata llamó a la policía, y al parecer, ellos estaban buscando un delincuente juvenil con mis características. Obviamente negué todo, y obviamente ellos no me creyeron. Me condenaron, y como era menor de edad, me enviaron a la correccional para menores. Allí fue donde conocí a Daniel Baxter. Nos hicimos amigos, y tres años después, él se convirtió en el presidente del club Los Dragones y me ofreció el puesto de Capitán de Ruta. Y entonces vi la oportunidad de mi vida. Años de mierda en ese club, y no veía el día en que me largara de ahí, pero el día llegó, el día de la fiesta, y lo aproveché.

Preparé todo. Me puse mis guantes para no dejar huellas, busqué mi kit de herramientas, y me fui al cuarto de las cámaras de seguridad. Allí las manipulé a mi antojo, y después me fui a la oficina de Daniel. La puerta estaba cerrada, así que hice mi magia y ¡bam! Abrió, entré, y me fui directo a la caja fuerte. Él nunca lo supo, pero además de ser un buen mecánico, soy un experto ladrón. Sé muy bien cómo abrir una caja fuerte, así que fue pan comido. Busqué entre el montón de fajo de billetes, y encontré el sobre con los documentos de las transacciones ilegales de su padre. Lo sé porque ya los había visto, y el mismo Daniel los enseñó a todos en la mesa del club. Tonto arrogante.

Con el sobre por fin en mis manos, iba a cerrar la caja fuerte, pero me detuve. Daniel heredó bastante dinero de su abuelo y de su padre. ¡Hijo de puta suertudo! Él no guardaba ese dinero allí, sino en el banco, pero como todos, él colocaba su parte para los asuntos y mantenimiento del club. No me sentí mal en lo absoluto por robarle a los hermanos, y como cubrí bien mis huellas, nadie iba a echar de menos unos cuantos billetes. Así que tomé dos fajos de mil dólares, y cerré la caja fuerte, cerré la puerta de su oficina, y luego salí por la puerta trasera del club. Afuera no había ni un alma. ¡Jodidamente perfecto! Hice todo rápidamente, forcé la cerradura de la salida de emergencia, corté la verja, y salí por ahí mismo.

Caminé, me subí al auto que dejé una calle más abajo, y fui a buscar a mi hermana. Ella era la persona perfecta para que los guardara en lo que recibía la llamada de Jake. Sé muy bien en donde se ha estado quedando después de que la desalojaran de la vieja casa de la abuela, y no me importa. Tengo mis propios problemas como para hacerme cargo de los suyos. Además, ella ya está bastante mayorcita y puede resolverlos. Como ya dije antes, tenía todo muy bien planeado, hasta que todo acaba de irse a la misma mierda. ¡Maldición!

Al verlos, tuve que esconderme, y por suerte, ninguno de los hermanos se dio cuenta de mi presencia porque andaba en un auto diferente que ellos no conocen, pero lo vi todo.

Daniel la tiene.

A mi hermana.

Sabía que no podía confiar en ella. Traidora. No debí desviarme a comprar hierba, debí ir primero al maldito albergue por ella. Ahora tengo que buscar la manera de contactarla para que me ayude a conseguir esos malditos papeles. Prepárate Samantha, porque vas a ayudarme.

Ahora no puedo ir a donde Jake, el presidente del club Las Serpientes, sin esos papeles. Él me prometió...¡Mierda! ¿Qué haré ahora? Mi teléfono suena en el bolsillo delantero de mis pantalones y doy un respingo. Lo saco y veo el nombre de Jake en la pantalla. Lo que me faltaba. ¡Jodidamente perfecto!

Le hablo tranquilo, normal: —Jake...

—¿Qué carajos está pasando, hermano? —me corta.

—Todo marcha según el plan. No sé a qué te refieres...

—Sabes muy bien a lo que me refiero, Max —me espeta con voz fría—. No sé qué haces o en dónde demonios estás, pero más te vale que seas rápido, y que me traigas esos documentos o eres hombre muerto.

Trago la bilis en mi garganta. No quiero morir.

Con voz amenazante, Jake añade: —Ah, y recuerda lo que me prometiste, tu deliciosa hermana, es mía.

Cuidando de ti (Dragon's Family #1) (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora