24. ADIOS...

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MILES

"Rachel, tenía tiempo sin visitar tu tumba. Siento no haberlo hecho antes, no estaba preparado para volver aquí. No sabes cuánto luché contra mis sentimientos por Tate, sentía que era cínico de mi parte querer un futuro con la mujer que nunca quisiste cerca de mí. Me costó entender tus celos, pero lo entiendo ahora. Hoy la vi salir de su casa tomada de la mano de Erick, fue muy duro; es como si clavaran un puñal en mi pecho y movieran el hierro dentro, es como morir lentamente. Siempre pensaste que ella era una amenaza para nuestra relación y creo que tenías razón. No creas que no te amé lo suficiente porque no es así. Planifiqué mi futuro junto a ti, nos imaginé de viejitos tomados de la mano con muchos nietos correteando por la casa. Pero después de que te perdí, entendí que había otra alma con la que siempre fui compatible y no le había dado la oportunidad. A ella siempre la quise, en el fondo de mi corazón guardé esos sentimientos. Lloré tu perdida, lloré la perdida de nuestro hijo y siempre estaré en deuda contigo por haberme marchado ese día sin decir adiós. Hoy vine a despedirme de ti, a decirte que te amo y que te guardaré en una parte importante de mi corazón".

Leí la dedicatoria de la lápida antes de marcharme: "El amor nunca muere", aunque nunca la vuelva a ver, siempre la amaré, fue alguien importante en mi vida. Pongo un ramo de flores y me marcho de aquel lugar.

Volví a San Francisco esa misma tarde, creí escuchar algún sonido en el apartamento de Tate, pero no podía aparecerme ahí. Me prometí a mi mismo alejarme de Tate y eso haré. Mi vuelo no sale hasta mañana a las diez ¿qué haré un día entero cerca de ese apartamento sin salir corriendo a buscarla? Golpeo un rato el saco de boxeo tratando de olvidarme de lo cerca que está Tate. Cierro mis ojos y aun puedo percibir el dulce aroma de su piel, puedo escuchar los pequeños sonidos que salían de su boca confirmando su deseo por mí. Comienzo a pensar que es una mala idea recordar ese día en la playa.
Más tarde, salgo de mi apartamento y camino hasta la puerta que lleva a las escaleras, lo menos que quiero es encontrarme con Cap o con ella en el ascensor.
Llego al bar de Sam y me siento en un taburete frente a la barra. Es temprano, aún no hay clientes, solo estamos él y yo.

- La tuve en mis brazos, Sam, y la perdí. Ella volvió con él, sé que le dije que lo podía hacer pero no esperé que realmente lo hiciera. Tú... no ... sabes... nadie sabe Sam

- ¿Puedo llamar a alguien? No puedes conducir así.

- No estoy ebrio,  Sam, solo llevo dos cervezas.

- No sería un problema si estuvieras ebrio comenta alzando las cejas.

- Entonces emborráchame para acabar con mi miseria.

- No debería decir esto, Miles, arruinaría mi negocio, pero nunca beber ha acabado con el sufrimiento, cuando despiertes todo estará ahí de nuevo.

- Lo sé, pero me quitaría el dolor por algunas horas –susurro al final.

- Buenas noches, Sam – una chica menuda con ojos almendrados y melena dorada se sienta a mi lado junto a la barra. Sam le sirve una copa de un líquido rosa sin preguntarle qué quería tomar. Debe ser recurrente en este bar-  ¿Por qué son tan idiotas? – pregunta la chica dirigiendo la mirada hacia mí.

- ¿Hablas conmigo? –Ella asiente en respuesta-. ¿Quiénes son idiotas?

- Los hombres –dice enojada – disculpa que entres en este renglón, pero es así. –Levanto los hombros como diciendo no hay problema y ella sigue hablando–. Sino quería estar conmigo, solo tenía que decirlo, no soy una niña pequeña, soy una mujer independiente y madura que sabe aceptar cuando ya no te quieren. Pero ¡no!, a él le pareció mejor follarse a su "mejor amiga" en la cama que veníamos compartiendo hace meses – cuenta soltando un suspiro.

- Tienes razón. Es un idiota -concuerdo. Y ella se ríe a carcajadas.

- Meredith Todd – dice extendiendo su mano. Le devuelvo el gesto y le digo mi nombre.

- Miles ¿Qué clase de nombre es ese? –pregunta extrañada

- No tengo idea. –Le ofrezco una pequeña sonrisa

- Sonará cliché decir que todos los hombres son idiotas cuando algunas mujeres también lo son. ¿Cuál es tu historia? – pregunta dando un sorbo a su bebida.

- En realidad es un eufemismo, soy un idiota. –Sam pone delante de mí una nueva cerveza y la tomo.

- Espero que no seas la misma clase de idiota que George, mi ex. –Su copa está vacía y Sam la vuelve a llenar.

- No, es otro tipo de idiotez – aseguro. Le cuento un poco la historia sin dar detalles y cuando termino de hablar ella ha sacado un pañuelo y se da toquecitos en los ojos limpiándose las lágrimas.

- No eres un idiota, quizás seas el hombre más romántico del mundo ¿Qué harás ahora? – pregunta con la mirada perdida.

- Solo me iré por un tiempo. –Mi corazón se vuelve un puño cuando lo digo en voz alta. Alejarme de Tate es lo último que quiero hacer.

- ¿Y qué harás esta noche? ella puede verte cuando vuelvas al edificio.

- Quizás vaya a un hotel –respondo estoico.

- Tengo una propuesta, y no creas que pretendo nada contigo, puedes dormir en mi apartamento. Quizás te tome unas fotos en el sofá y se las envíe a George y tú te ahorras la noche en el hotel –propone sin inmutarse.

- ¿Y no tienes miedo de que sea un asesino en serie?

- Sam no me dejaría irme con un asesino –asegura guiñándole un ojo. Ella coloca un billete de cien en la barra y se levanta. Pago mi cuenta y camino detrás de ella. La conversación con Meredith me alejó un poco de mi pena, pero aun sigue ahí.
Su apartamento es realmente asombroso. Nunca había visto algo igual. Suelto un silbido y ella se rie.

- Es bueno que alguien admire mi trabajo, George nunca le encontró sentido a mi estilo

- ¿Lo hiciste tú? – pregunto impresionado.

- Sí, soy decoradora de interiores. –Saca una pequeña tarjeta de su bolso y me lo entrega. La guardo en mi billetera. Meredith es una mujer muy atractiva, no dudaría en seducirla si no tuviera mi corazón comprometido.

- Conoces mi casa, mi profeión y mi desengaño. ¿Qué más puedo saber de Miles Archer? – pregunta acomodándose en el sillón con las piernas cruzadas, sus tacones están tirados en el suelo.

- Soy piloto comercial. –Ella ladea su cabeza y asiente–. Mañana salgo a Honk Kong, entre más distancia, mejor.

-Sí, te alejas de la tentación -enuncia pensativa-. Ven, te mostraré la habitación de invitados.
Se pone en pie y la sigo. Me enseña la habitación y luego se va, dejándome solo. Me quito los zapatos y me recuesto en la cama. No puedo dejar de pensar en Tate y en el hecho de que en estos momentos está con Erick. Debería advertirle que no le haga daño, que si tan solo le hace un rasguño, se la verá conmigo, pero no creo que me quiera escuchar después del puñetazo que le di. Trato de descansar en víspera del vuelo que me espera en unas horas, después de dar miles de vueltas en la cama, decido que no podré hacerlo. Salgo del apartamento a hurtadillas y busco mi coche en el garaje. Conduzco alrededor de una hora hasta que decido ir a casa. Estaciono el auto cerca de la entrada del edificio; dos horas después voy por un café. A las 7:00am, mis manos comienzan a sudar, es la hora en la que Tate sale a trotar. Trato de no pestañar para no perderme ni un detalle de ella. ¿Dónde está? la enorme puerta de cristal se abre y la veo. Es mi pequeña, tan hermosa como siempre; no puedo descifrar su gesto desde esta distancia. Mi auto está estacionado al otro lado de la calle, ella no lo nota.

Mírame, Tate.

- Te amo, pequeña pronuncio con la voz entrecortada. Ella comienza a trotar y la pierdo de vista. 

UGLY LOVE: FOREVER YOU (editando)Where stories live. Discover now