CAPITULO 21. LA VIEJA CASITA

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TATE

Acurrucada en mi cama, seguía sin creer que Miles me besó. Cierro mis ojos y vuelvo a recordar cada detalle, sus labios sobre los míos es algo que nunca olvidaré. Fue mágico y doloroso a la vez. No he podido conciliar el sueño, y desde que recibí el mensaje, muchos menos. Me remuevo en mi cama insegura de lo que debo hacer. Nuestra conversación fue interrumpía por aquel incendio, muchas cosas quedaron en el aire y debemos terminarlas para tener un cierre.

Siete años después, vuelvo a estar en mi habitación como si el tiempo no hubiera transcurrido y los sentimientos siguieran intactos, podría decir que más fuertes que antes. Amar tanto a una persona a la que nunca has besado parece una locura, pero, al parecer, somos dos los locos.

Tomo mi teléfono y tecleo ahí estaré, dos simples palabras que esconden un gran significado. Mis ojos se sienten pesados, pongo la alarma a las 7:30 y me dejo vencer por el sueño.

Un leve sonido me saca de mis sueños; poco a poco va aumentando. Abro un ojo y tomo mi celular para desactivar la alarma; tiene quince minutos activado. Salto de la cama y en cuatro pasos estoy en la ducha. No tengo tiempo para arreglarme mucho, escojo un vestido cereza sencillo y sandalias blancas, rocío mi cuerpo con splash y me coloco brillo en los labios. Mi cabello cae sobre mis hombros, tomo un sombrero y mis gafas de sol. Bajo las escaleras con cuidado para pasar desapercibida, pero mi esfuerzo es en vano, papá está en el sillón leyendo su periódico y mamá en la cocina preparando el desayuno.

- ¿Para dónde vas, pequeña? – pregunta él entrecerrando los ojos

- A la playa, tengo tiempo sin ir y creo que un bronceado no me caería mal – miento con un poco de culpa.

- Llévate mi coche – dice lanzando las llaves, las atrapo de casualidad, nunca he sido buena en ello.

- Adiós, papi – beso su mejilla y salgo de la casa. Extrañaba ver a mis padres a diario, alejarme de ellos fue lo más difícil que hice y todo por querer olvidarme de Miles. Fue tiempo perdido, no lo he podido olvidar. Subo al auto de papá y mis manos tiemblan al tratar de meter la llave en la ranura. Tomo una bocanada de aire para calmarme y lo vuelvo a intentar. El motor ruge y salgo en marcha atrás hacia mi cita con Miles.

La costa de California es enorme y concurrida, pero sé exactamente donde me está esperando Miles, en el mismo lugar donde se refugió cuando murió su madre. Estaciono el auto cerca de la vieja casita y me bajo.

Mi estómago se hunde al ver a Miles recostado en la entrada de la casa usando gomas deportivas, pantaloncillos negros y una franelilla blanca, dejando a la vista sus gruesos bíceps. Su mirada está pérdida hacia el horizonte, por lo que no ha notado que llegué.

- Hola – digo cuando estoy frente a él. Su rostro resplandece con una hermosa sonrisa y me abraza.

- Gracias a Dios – dice soltando un largo suspiro – pensé que no vendrías.

- Lo hice. –Es tan raro estar entre sus brazos. Es reconfortante. pero se siente incorrecto. Me aparto de él y sostengo mi sombrero con una de mis manos, hay bastante brisa y temo que se vaya volando.

- Acompáñame – dice parado en la puerta de entrada de la vieja construcción. Lo sigo adentro y quedo sorprendida en cuanto veo la cesta de picnic y la manta extendida en el suelo. Pensé que solo hablaríamos. Miles se sienta sobre la manta con las piernas cruzadas.

- Siéntate Tate, no muerdo – dice con una pequeña sonrisa. Tímidamente, me acerco y me siento en la manta imitándolo.

- Te traje un sándwich de jamón, jugo de naranja, capuchino y un cupcake de chocolate libre de maní. No quiero llevarte de nuevo a emergencia a punto de morir. –Habla tan rápido que atropella sus propias palabras.

UGLY LOVE: FOREVER YOU (editando)Where stories live. Discover now