–¿Una cena o una cita?

–No sé... –farfullo. –¿Una mezcla de ambos?

–¿Kyle?

Niego con la cabeza, a punto de soltar la bomba. –Harry.

Los ojos de Camille se abren como platos. La pelinegra se levanta de la cama y se dirige a mí para abrazarme. –¡Por fin, amiga!

Sonrío devolviéndole el abrazo. –Lo sé. Estoy muy nerviosa. No sé qué va a pasar y...

Me interrumpe, separándose de mí y agarrándome de las mejillas. –Joder, ¿qué crees que va a pasar, tonta? ¡Por fin van a tener otra oportunidad!

–No, Cam, no es así. No lo quiero así.

–¿Qué quieres decir?

–No quiero precipitarlo todo. Hasta ayer él estaba con Angie, de hecho, creo que todavía ni siquiera rompieron. No puedo meterme de lleno en una relación en la que sé que estaré insegura, en la que estaré pisando terreno en falso.

–Bueno... supongo que tienes algo de razón. De todos modos, haz lo que creas conveniente. Sabes que tienes nuestro apoyo.

(...)

Camille se marcha minutos antes de que Harry llegue y no ha servido como forma de quitarme los nervios. Estoy a punto de devorarme las uñas de mi mano derecha cuando el timbre de mi casa suena, haciendo eco en las paredes de mi interior y en mi corazón palpitante. Bajo las escaleras, me despido de mi madre y acto seguido estoy saliendo al porche de mi casa, aferrando mi bolso con manos temblorosas.

–Hola. –me sonríe.

Las rodillas me tiemblan y estoy a punto de tirarme al suelo. –Hola.

–¿Lista?

Asiento con la cabeza y abandonamos mi casa. El trayecto hasta el restaurante se hace corto y ameno debido al sinfín de bromas que Harry hace para distraerme, porque probablemente sabe la guerra que se está desatando en mi interior. Y lo hace con éxito; logra distraerme y sacarme de la nube de nervios y preocupaciones en la que yo misma me había envuelto. Cuando llegamos al pequeño restaurante de comida francesa, me encuentro más tranquila que nunca por observar el ritmo que están tomando las cosas y por ver que no hay nada de qué alarmarme.

Un mozo nos conduce hasta una mesa en la planta alta del local, en una pequeña terraza en la que apenas entran cuatro mesas dobles. Nos ubicamos contra el balcón, privilegiándonos con la vista de la ciudad de Londres por la noche, simplemente bello. Nos traen la carta, pedimos, y después de la ardua espera, finalmente nos traen la comida. Mientras que yo he optado por una ensalada nizarda, Harry ha elegido pâté Lorrain, algo de carne de aspecto extraño que él asegura que sabe fantástico.

Trato a toda costa de evitar desesperadamente el tema, pero ambos sabemos que será inevitable. El nudo en el estómago vuelve a aparecer, privándome de todo apetito en el momento en el que Harry se pone serio y se calla por unos segundos.

–Lola, hay algo que quiero decirte. –aquí vamos. El nudo asciende a mi garganta, impidiéndome hablar, así que simplemente asiento con la cabeza. –Yo... ayer me di cuenta de que nunca debí haber intentado nada con Angie. En este momento, no es a ella a quien quiero y no quiero romperle el corazón, pero es así.

Puedo escuchar el sonido de mi corazón estallando. –¿Y a quien quieres? –susurro.

A ti.

Lo miro, conteniendo las ganas de gritar de júbilo. –Harry, yo... demonios, no sé qué decir.

–No digas nada. No hace falta. Lamento el haberte puesto en esa situación... en que tuvieras que afrontar nuestra relación tan valientemente sin nunca decir o hacer nada al respecto, sin perder la cabeza.

Sonrío con amargura. –Eso es porque te amo Harry, y por eso quiero que seas feliz, conmigo, con ella o con cualquier otra.

–El problema es que... no supe verlo antes. Sabía que me querías, siempre lo supe, pero simplemente no pude darme cuenta a tiempo y lo arruiné todo.

–No has arruinado nada, Harry, lo digo en serio. Estabas confundido. Sigues estándolo. Tu vida estaba revuelta, todo está patas arriba. Sí, no voy a negar que odié cada una de tus decisiones y que me lastimaron, pero las comprendo. Y eso es lo más importante.

–Eso es lo que nunca me voy a perdonar Lola. Te hice sufrir por tomar terribles decisiones de las que ahora me estoy arrepintiendo terriblemente.

Estiro la mano a través de la mesa y tomo la suya, apretándola. –Deja de ser tan idiota, ¿sí? –él se ríe y baja la cabeza. –Perdónate, Styles, porque yo ya lo he hecho.

Harry levanta la mirada y me sonríe ampliamente, con los ojos verde esmeralda brillándole. –Quiero intentarlo Lola, de verdad quiero hacerlo.

La declaración me toma por sorpresa. Me muerdo el labio, buscando una respuesta coherente y sincera. ¿Si quiero hacerlo? Claro que quiero. Pero, como he dicho antes, estar con Harry ahora sería un error garrafal. Él está dejándome en claro que me quiere a mí, sin embargo algo en mi interior me grita que no es el momento.

–Yo creo que... no deberíamos apresurarnos.

Harry levanta las cejas, confundido. –¿Qué quieres decir?

–Sólo digo que sí, lo intentaremos, pero primero lo dejemos estar, ¿vale? Sólo unos días, hasta que ambos tengamos nuestras ideas claras. No sería inteligente meternos ya en una relación que no sería auténtica, porque los dos estamos muy... muy confundidos ahora mismo. Quiero decir... hasta ayer estabas con Angie, ¿y si mañana te arrepientes? No estoy diciendo que vayas a hacerlo, pero si pasara, sería demasiado tarde. ¿Comprendes mi punto? En este momento ambos creemos estar seguros de lo que sentimos, pero fue todo tan rápido y espontáneo que quizás solo sea momentáneo. Y si no lo es... bueno, entonces ahí lo sabremos.

–Entonces, ¿qué propones?

–Que lo hagamos como se debe.

–¿Quieres decir cine, citas, parques de diversiones y todas esas cosas que hace la gente antes de ponerse en pareja?

Me río, encogiéndome de hombros. –Sí, puede ser.

–Vale, me apunto.

Sonreímos. Son unas sonrisas auténticas, no unas falsas. Una más verdadera que la otra. El nudo de mi estómago ha desaparecido y lo ha hecho junto con la sensación de malestar.

Justo ahora, sé que esto es lo correcto.

(...)

El coche se estaciona frente a mi casa, el porche se encuentra tenuemente iluminado por una lamparita que debe estar a punto de quemarse.

–¿Qué es eso que tenías que decirme?

Harry respira hondo y se revuelve el pelo con la mano. –He estado recordando cosas.

Me llevo la mano a la boca, sintiendo una mezcla de felicidad, sorpresa y emoción. –¡Harry, eso es fantástico!

No puedo contenerlo y me lanzo hacia él, atrapándolo entre mis brazos y rodeando su cuello con ellos.

–Sí, lo es.

–¿Qué has recordado?

–Básicamente... cosas sobre tú y yo.

–¿Nada más?

Niega con la cabeza, dejándome aún más sorprendida. Al parecer, su inconsciente estaba jugando a mi favor.

–Bueno... eso es maravilloso. De verdad.

Me hubiera gustado preguntarle qué, pero no quiero atosigarlo, así que decido dejarlo ir y que otro día le preguntaré. Me acerco a darle un beso en la mejilla, pero él pasa una de sus manos por mi nuca y me atrae a sus labios. Sin imponer demasiada resistencia, cedo y él pega mis labios con los suyos en un beso dulce. Cierro los ojos, sintiendo el martillear de su corazón bajo mi palma, que está apoyada contra su pecho. Sonrío cuando nos separamos y luego me marcho, sintiendo que por fin he abierto una nueva etapa de mi historia.

De nuestra historia.

Over Again. | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora