Jamás

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Comencé a caminar con el dragón siguiéndome el paso, hasta llegar al principio del campo. Me adentré en él y empecé a oír los resoplidos de los demás dragones.

—Muy bien, estamos aquí, debemos caminar despacio hacia la casucha, no queremos alterar a los dragones ¿No es así?

Era una casucha muy rústica y normal, en el medio de un campo, como era lo único que tenía a la vista, además de dragones volando en el cielo, caminé hacia allí, golpeé la puerta esperando que alguien salga, pero nadie salía, así que me senté en los escalones y me dispuse a esperar.

—Rubí, no veo a nadie aquí, ¿Cómo puedo encontrar a alguien que me ayude?

Dígale a su dragón que lo encuentre.

—Dragón, encuentra a el instructor.

El dragón me miró serio.

No funcionó.

No en español Madamme. Dile "Encura to Mae"

—Encura to Mae.

El dragón abrió sus alas y remontó el vuelo, lo perdí entre las nubes.

Gracias rubí, sólo espero que vuelva.

Lo hará.

Luego de unos minutos el dragón volvió con alguien montado arriba. Aterrizó y bajó de él un hombre adulto, de pelo corto color café, parecía un militar con cara de buena persona y sin ningún uniforme, de hecho traía un atuendo de campesino.

—Hola, buen día, un placer conocerla, su dragón a ido a buscarme, y ya veo por qué, no todos los días uno ve a un dragón rojo, sólo hay uno aquí en el campo y bueno, ahora hay dos.

—El placer es mío, un gusto, quisiera saber si podría ayudarme, necesito ir al imperio hoy, en el dragón, ¿Cómo podría...?

—¿Volar? Voy a empezar por informarle que los dragones son bruscos, así que tenga cuidado, éste dragón por lo que veo, está más que entrenado, lo único que necesita es una montura, si no podría lastimarse con las espinas del Dragón, le regalaré una.

El entrenador sacó una montura negra que estaba colgada en un clavo en la pared exterior de la casucha.

—Y agárrese fuerte, sólo tiene que decirle al dragón a dónde quiere ir y el la llevará, ¿Es nueva no es así?

—Si, llegué ayer.

—Pues Imperio se dice "Anpario" vaya tranquila y buen viaje.

—¿Cómo subo?

—Como a un caballo.

—Pero nunca monte un caballo.

—Bueno, venga...

Me tomó de la mano y me guió hacia el dragón, quien esperaba quieto y paciente.

—Suba el pie al ala del Dragón, no se preocupe no va a lastimarlo, haga impulso y levante la pierna, coloque los pies aquí, tome esto con las manos, agarre muy fuerte la soga, con el tiempo aprenderá a montarlo libremente, a manejarlo desde aquí, así no tendrá que tener un destino, pero por ahora tendrá que dejar que él la guíe.

El entrenador lanzó una carcajada y le dio unas palmadas al dragón para que volase, el dragón que estaba apoyado en el suelo, se levantó, estaba a punto de tomar vuelo cuando por instinto, jalé de la cuerda y éste paró.

—Oh, veo que ya tiene el don en la sangre señorita.

—Espere, ¿Cómo se llama?

—El dragón tendrá el nombre que usted quiera ponerle, sólo dile "Err" y luego el nombre que ha elegido y siempre, por más lejos que este; el dragón acudirá a su nombre.

—Gracias, pero yo me refería a usted.

—Ha, bueno yo me llamo Damir, ¿Y usted?

—Mia, un gusto y gracias.

—Por nada Mia, buen viaje.

Emprendimos el viaje, era increíble, sentía el viento en mi cara, en mi cabello, en todos lados, mientras volaba solté las riendas y abrí los brazos disfrutando el momento, sin querer, se me escapo un grito cuando el dragón bajo de repente para aterrizar. Habíamos llegado a la ciudad antigua y pintoresca del principio, el dragón comenzó a caminar por las calles, hasta llegar al Imperio, paró y se recostó en el suelo, esperando a que yo baje.

—Err... Brising.

Bajé y el dragón se esfumó en el aire. ¿Cómo voy a volver? En ese momento no me preocupaba, necesitaba hablar con quién sea que esté a cargo.

—Miren quién llegó, señorita Mia, un placer volverla a ver.

—Ros, necesito hablar con Daniel.

—Pues debe solucionarlo con los reyes Crecens.

—¿Crecens?

—Les decimos así por... Bueno, ya lo sabrá usted misma señorita. Acompañeme por favor.

—Esta bien.

Ros me guió por el imperio hasta llegar a una enorme sala, con alfombrado de rosas rojas, que llegaban hacia tres tronos, en los que estaban tres hombres vestidos de colores, tenían túnicas y coronas cual reyes, todo complementado y combinado.

—Hola majestades, he traído a la señorita Ávalos, para que hable con ustedes, tiene algunas dudas e inquietudes.

—Buenos días señorita Ávalos.—dijo el verde—. Es un placer tenerla aquí, flama ¿Cuál es su duda?

—Quiero comunicarme con la persona con la que vivía antes de venir aquí, debe estar preocupado, quiero volver y hablar con él.

—Lamento informarle que usted jamás volverá al mundo humano señorita, esta aquí para siempre, jamás volverá, en serio jamás.—dijo el café de una forma poco compasiva—.

Eternal Fire [Completa/En Corrección]Where stories live. Discover now