Mi Gran Amor

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Narra Addison

Lo último que recuerdo es haber tenido a mis bebés en mis brazos, luego todo se puso borroso y mi cuerpo pareció rendirse. Pasé un tiempo en medio de la oscuridad, no sé exactamente cuánto fue, pero se sentía eterno y vacío, como si estuviera flotando en medio de la nada.

Una luz brillante me encandiló y mis ojos empezaron a abrirse lentamente casi cegados por el brillo.

- Mi amor, te quiero conmigo, tienes que ponerte bien, te prometo que voy a amarte cada día de mi vida - murmuró Meredith mientras sostenía mi mano y lloraba junto a mi cama.

No entiendo nada, mi único instinto fue acariciar su cabello para que dejara de llorar, odio verla triste, se merece toda la felicidad del mundo.

- ¡¡Addie!! - gritó para luego lanzarse sobre mí con un fuerte abrazo.

- Amor, me estás aplastando - me quejé.

- Lo siento, lo siento, estaba muy preocupada - dijo acariciando mi rostro y besándome dulcemente como si hubiera pasado siglos sin probar mis labios.

- ¿Qué fué lo que pasó? - pregunté intentando sentarme.

- Tuviste una hemorragia luego del parto, tuvieron que intervenir con una cirugía y luego entraste en paro, creí que iba a perderte - me explicó sin dejar de hacerme suaves caricias cargadas de amor.

- Estoy bien, mírame, aquí estoy - dije para luego besarla.

- Lo sé, pero me diste un gran susto, se supone que debías haber despertado hace un par de horas y me angustié mucho, creí que ya no volvería a ver esos hermosos ojos- seguí besándola y limpiando sus lágrimas, debió haber estado muy preocupada.

- No te vas a deshacer de mí tan fácilmente- bromeé sacándole una sonrisa.

- Te amo - dijo con sus labios sobre los míos.

- Y yo a tí - contesté dándole varios besos tiernos.

A todo ésto, casi olvido el hecho de que acabo de dar a luz.

- ¿Y las bebés? - pregunté escaneando la habitación de arriba a abajo.

- Les hicieron algunos estudios, las traerán en cualquier momento, no te preocupes - me dijo entrelazando su mano con la mía.

- ¿Y mi linda Zozo? - pregunté, sabiendo que había pasado la noche con sus tías.

- Las chicas la trajeron al hospital, puedo ir por ella si quieres - ofreció con una gran sonrisa.

- Claro que quiero, la extraño - dije pensando en lo mucho que me hacían falta sus abrazos y besos.

Ví a Mer marcharse para buscar a nuestra hija, aproveché ese momento para intentar procesar todo lo que había pasado. Nunca había sentido algo parecido, fue como estar completamente ausente del mundo, supongo que así se siente estar cerca de la muerte. Creí que estar frente a la muerte sería más aterrador, pero al contrario, sólo sentí un vacío total, fue una experiencia única, pero no me gustaría volver a sentirla.

- Saluda a mamá - dijo Mer ingresando al cuarto con Zola en sus brazos.

- ¡Mamá! - gritó ella extendiendo sus bracitos hacia mí.

- ¡Hola, mi amor! ¿Me extrañaste? - dije mientras Mer la acomodaba junto a mí en la camilla.

- Sí - respondió ella abrazándome con fuerza.

La besé y abracé sintiendo todo su amor, es la personita más dulce y tierna que haya existido.

- ¡Tengo el derecho de conocer a mis nietas!- gritó con desesperación una voz masculina que se nos hizo demasiado conocida.

Elígeme, Ámame // MeddisonWhere stories live. Discover now