Capítulo 80: Ascendió al trono

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Antes de que Artoria pudiera encontrar las palabras adecuadas, Artorius habló.

"No tengo tiempo para llorar, padre. Debo continuar con mi gran plan", se puso de pie, levantó la cabeza y miró a Artoria con seriedad.

"Por favor, pásame el trono de Gran Bretaña".

"..."

"Su Alteza, ¿qué está diciendo?"

"¡¿Qué diablos está pasando?!"

"Incluso si Sir Galahad se sacrificara—"

Al escuchar a Artorius pronunciar estas palabras, los Caballeros de la Mesa Redonda que lo rodeaban comenzaron a discutir entre ellos. Casi todos estaban confundidos, incapaces de comprender lo que realmente había sucedido.

Algunos de ellos, que reaccionaron más rápido, parecían tener alguna idea, pero no podían comprenderla del todo. Por otro lado, los más lentos tenían expresiones de desconcierto.

Aunque habían tenido grandes expectativas puestas en el príncipe, esta situación de ascender al trono e incluso solicitar voluntariamente la dimisión de su 'padre', el actual rey, dejó perplejos a muchos.

Y, sin embargo, esa no fue la parte más confusa.

Lo más sorprendente y desconcertante fue que después de que Artorius pronunció esas palabras, Artoria no lo reprendió inmediatamente con ira como: "Traidor, ¿qué estás diciendo?" o "¡¿Estás tramando traición?!"

Si ella realmente hubiera dicho tales cosas, al menos un tercio de las personas presentes la habrían seguido obedientemente y se habrían involucrado en un choque de espadas contra el príncipe.

En cambio, sólo miró a su amado hijo con una mirada ligeramente asombrada. Era una mirada que definitivamente no transmitía decepción ni ninguna emoción negativa. Incluso tenía una pizca de alivio.

"Artorius, tú..."

"En mi larga vida, cuanto más perseguía mis deseos, más insatisfecho me sentía". Artorius miró seriamente a su madre y extendió la mano para tomar sus delicadas manos.

"Sir Galahad me hizo darme cuenta, padre. Me hizo comprender que la ambición tiene límites".

"Entonces, Artorius, ¿qué estás tratando de expresar?"

"...¡A partir de este día, seré un salvador!"

"...", al escuchar a Artorius decir estas palabras y observar su mirada, Artoria confirmó que estaba siendo sincero. Él no la había engañado, no había actuado por impulso ni se había dejado guiar por ninguna influencia caótica.

Había llegado a la conclusión más correcta a través de su propia contemplación. Ese se convertiría en el salvador de Camelot, Gran Bretaña, Galia, Germania, Roma, Europa y todo el pueblo. Se convertirá en algo más que un simple gobernante.

Desde esta perspectiva, su gran plan no había cambiado y Artorius seguía siendo una persona ambiciosa. Sin embargo, había transformado su mayor ambición de meros deseos materiales y carnales, así como cualquier otro anhelo oscuro impulsado por el egoísmo, en la meta luminosa y sagrada de "salvar el mundo".

Anteriormente, su objetivo de salvar el mundo conquistando Europa era principalmente un pretexto para cubrir sus verdaderos deseos, pero ahora se había convertido en una realidad tangible.

Ya no evadiría sus responsabilidades, ni vagaría sin rumbo, ni se preocuparía ni se sentiría insatisfecho.

Después de confirmar todo esto, las lágrimas de Artoria brotaron y su corazón se llenó de emoción, como los típicos padres que presencian el crecimiento de su hijo.

Fate: Mi madre es el Rey ArturoWhere stories live. Discover now