CAPÍTULO V

17 12 9
                                    

STOTTEL

Me incorporé de la cama sobresaltado. Como si me hubiesen puesto miles de pinzas electricas a lo largo de cada centímetro de mi cuerpo.

Tenía el corazón desbocado, como si luchase con todas sus fuerzas por escapar de mi pecho porque allí dentro estaba demasiado frío y muy oscuro.

Había perdido la respiración y trataba de boquear, tratando de recuperar el aire.

Esta envuelto en un sudor frío, con las sábanas empapadas y un pitido constante retumbando en mis oídos.

Bajé de la cama y me escurri hasta quedar sentado en el suelo, tratando de aguantar las náuseas, intentando reprimir las ganas de vomitar.

Pero no lo conseguí.

Me tapé la boca con la mano y salí corriendo hacia el baño.

Llegué justo a tiempo.

La oscuridad se apoderó de mi, las frías garras de los recuerdos me apresaron.

Abrí el agua de la ducha y esperé a que saliese hirviendo para meterme en la bañera.

Me senté con las rodillas pegadas al pecho y la cabeza entre ellas mientras el agua caía sobre mi espalda.

Y, aunque estaba rodeado por una nube de vapor, mi cuerpo seguía temblando.

Era la primera pesadilla que tenía en mi vida.

Mi mente estaba aturdida porque los detalles y las emociones seguían frescos en tu memoria.

Podía sentir el miedo todavía palpitar en mi pecho, mientras me esforzaba por entender lo que acababa de pasar.

Las imágenes y los sonidos de la pesadilla seguían rondando mi mente, como si se negaran a desaparecer.

La mente humana era un lugar misterioso y complejo, y a veces, nuestras peores pesadillas podían surgir de lo más profundo de nuestros miedos y ansiedades más profundos.

La sensación de vulnerabilidad y desamparo que experimenté durante la pesadilla fue abrumadora.

Todo pareció tan real y aterrador que fue difícil distinguir entre lo que era real y lo que es producto de mi mente.

Y lo peor de todo era que no me acordaba de nada.

No recordaba qué era lo que me hizo sentir tanto miedo.

Qué fue lo que me hizo sentirme qe me arrancaban el corazón de cuajo.

No recordé nada.

Tan solo sentí que corría, cada vez más rápido, cada vez más lejos.

Y esa sensación de que nunca escaparía de lo que me perseguía.

✅Aquella versión que nunca te contaron  Where stories live. Discover now