CAPÍTULO XVII

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MASRY

Lo único que se escuchaba de fondo en aquella habitación era el constante pitido que recordaba que un corazón seguía latiendo.

Que su corazon seguía latiendo.

Lucie se encontraba tumbada sobre la camilla del hospital, con los ojos cerrados y su respiración pausada.

Sus largas pestañas se entrelazaban de forma rebelde.

Sus labios tenían pequeños cortes rojos.

Sus mejillas tenían pequeñas rojeces que tapaban sus pecas.

Tenía en frente de mi la viva imagen del desastre y no podía hacer más que quererla.

Porque ella estuvo ahí cuando yo no pude estar para mi misma.

Porque se tumbó a mi lado y cerró los ojos, respetando mi silencio, aquel que tanto amaba.

Porque era Lucie, la niña de los superpoderes, era imposible no quererla.

Apreté con fuerza los reposabrazos hasta que mis nudillos se volvieron blancos.

"Ella... Ella nos dijo que no pasaba nada. Que estaría bien"

Las palabras de Roy se repitieron en mi cabeza como un bucle.

"Se tomó una botella tras otra y cuando quisimos darnos cuenta ella ya estaba.... Ya estaba...."

La puerta de la habitación se abrió y entró Papá con dos cafés en la mano.

- ¿Nada? - preguntó en cuanto entró.

Giré la cabeza para mirar de nuevo a Lucie como llevaba haciendo durante las dos horas que había estado en el hospital y negué.

Desde que había llegado y la vi postrada a esa camilla había sentido la necesidad de protegerla.

Porque sentía que no lo había hecho antes.

Porque me veía con toda la culpa del dolor que me producía verla así.

Papá se sentó a mi lado y me entregó uno de los vasos de café.

- Gracias - susurré con apenas voz mientras le daba un sorbo.

- He hablado con la doctora. Le darán el alta mañana mismo.

El nudo en la garganta se desató.

Dejé el café en la mesita y me incorporé hacia adelante, agarrando la mano de Lucie.

- Sus padres no han venido. Sus propios padres no han venido - musite, apretando su mano.

- Por lo que me han contado, los señores Graham son..... Complicados.

- ¿Que quieres decir con complicados? - me giré para mirarle - Es su hija. Debieron ser los primeros en llegar y darle la mano a su hija.

- Masry, los Graham......

La puerta volvió a abrirse y ambos nos giramos a ver como Mamá asomaba la cabeza.

- Tom, sal un momento.

Papá carraspeó y me dio un apretón en el hombro antes de salir de la habitación.

Se volvió a instalar ese silencio solo interrumpido por el constante pitido.

Si pecho subía y bajaba con lentitud. El colgante del Ying y el Yang que le regalé en su décimo cumpleaños destacaba con la pálida piel de su cuello.

¿Qué había pasado?

¿Cómo habíamos pasado de ser aquellas niñas que saltaban sobre el colchón a terminar siendo dos extrañas que se querían?

El paso de los años nos había hecho ser aquellas versiones que juramos odiar por siempre.

Nos convirtió en la tormenta que nosotras juramos combatir pasase lo que pasase.

Y, mientras pensaba todo eso, sentí que algo se movía en mi mano.

Algo me estaba apretando.

- Masry.........

El corazón comenzó a bombearme de manera descontrolada.

Su voz.

Su olor a vainilla.

- Lucie. Lucie soy yo.

- Masry...... - Apretó con más fuerza mi mano - Yo.... Lo siento....

Negué con la cabeza mientras se me llenaban los ojos de lágrimas.

Si pensarlo, me tumbé junto a ella en la camilla y dejé que su cabeza reposara en mi pecho mientras acariciaba su pelo.

- Lo siento..... - repitió

- No me vuelvas a dar un susto así, Lucie. Creí.... Creí que estabas....

- Yo... Yo tan solo quería dejar de pensar.

- Shhhh.... - dije entre sollozos 

Y quizás pareció el final de la tormenta.

Pero resultó ser el principio de nuestro desastre.


✅Aquella versión que nunca te contaron  Where stories live. Discover now