CAPÍTULO IX

53 29 56
                                    

Era mi cumpleaños y en vez de sentirme alegre y emocionado por celebrar un año más de vida, me invadía una profunda tristeza.

No sentía que hubiesen motivos para celebrar

No había razones para sonreír.

Mamá había preparado todos los preparativos para la noche en el patio trasero.

Se había pasado haciendo toda la tarde un pastel de tres capas con las velas del número catorce.

Había envuelto un montón de regalos que guardó en el baúl del trastero creyendo que no descubriria los paquetes de color rosa fucsia.

Había invitado a gente del instituto que yo no conocía pero que a ella le hacia ilusión tener en casa.

Gente que no me apetecía tener al lado.

Papa no estaba. No estaría. Como siempre.

- Está liado con unos asuntos del trabajo, Stottel. Ya sabes como es tu padre de ocupado - dijo, cuando le pregunté, mientras me acariciaba la mejilla y me sonreía con delicadeza para restarle importancia al asunto.

Pero me empezaba a cansar.

Me empezaba a cansar de no tener un padre.

Sentía un dolor agudo en el pecho, una sensación de abandono que me consumía por dentro.

El frío penetrante de la soledad se apoderaba de mi ser, envolviéndome en un manto gris de desesperanza.

Me sentía vacío, como si un agujero negro hubiera devorado cada rastro de alegría y luz en mi vida.

Me encontraba sentado en mi habitación, rodeado de sombras que parecían susurrarme al oído todas mis derrotas y fracasos.

El silencio pesaba como una losa sobre los hombros, mientras mi corazón latía con dolorosa lentitud, recordándome una y otra vez que estaba solo en un mundo que parecía empeñado en ignorar mi existencia.

El eco de mis pensamientos se perdía en la vastedad de mi mente, sin encontrar respuesta ni consuelo.

La sensación de vacío era abrumadora, como si hubieran arrancado de raíz cada atisbo de esperanza que alguna vez había albergado.

Se sentía como un barco a la deriva en un mar de lágrimas, sin rumbo ni destino, condenado a navegar eternamente en un mar de desolación.

El tiempo parecía detenerse en mi habitación, donde cada instante se alargaba como una tortura interminable.

Cerré los ojos con fuerza, tratando de huir de la realidad que me aprisionaba, pero solo encontré un abismo oscuro y sin fin en mi interior.

Me levanté lentamente, arrastrando los pies por el suelo frío de la habitación, sintiendo cómo cada paso resonaba en el vacío de su corazón.

Me detuve frente al espejo, y allí encontré a un extraño que me miraba con ojos vacíos, reflejando la angustia y el desconsuelo que lo consumían por dentro.

Me pregunté cómo había llegado a ese punto, cómo había perdido tanto y ganado tan poco.

Las lágrimas brotaron de mis ojos sin control, surcando mi rostro como un río de tristeza y desesperación.

Me senté en el borde de la cama, abrazando mis rodillas con fuerza mientras el dolor me envolvía en su abrazo frío y cruel.

Me sentía como un barco que había naufragado en medio de la tormenta, con las velas rotas y el timón perdido, a merced de las olas que lo arrastraban hacia lo más profundo del abismo.

✅Aquella versión que nunca te contaron  जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें