Apollo's Heart | Apolo ²

30| Dominar Al Fuego

30| Dominar Al Fuego

Todo estaba ardiendo.

Solo podía visualizar llamas, montones de llamas a mi alrededor. El fuego que chasmucaba ligeramente mi ropa se sentía incómodamente familiar. Oía gritos que cada vez se hacían más lejanos y el sudor se apoderó de mi piel.

Miré hacia abajo: no había cristales, afortunadamente no estaba en el Tártaro. Pero sí había tierra y baldosas de madera destrozadas. El humo del fuego abanicó mi rostro haciéndome retroceder.

Jadeé mirando como absolutamente todo se derrumbaba, mi respiración comenzó a volverse rápida y agonizante. Sentía que no me quedaba mucho tiempo, pero no sabía para qué.

Mis piernas se pusieron en marcha por sí solas y comencé a correr con el corazón en mi garganta. A cada paso que daba, debía esquivar la enorme explosión de fuego que aparecía de un momento a otro. Había mármol tirado por todas partes, más madera, e incluso ladrillos. No importaba por donde caminara, siempre me topaba con algún obstáculo.

Pero solo tenía en mi mente encontrar a una única persona:

— ¡PERCY! —grité por encima del alboroto.

Él había desaparecido. Apolo me lo había soltado como una bomba sin esperar que estallara. No sabía cuánto tiemoo pasó tras eso, pero mi mente desequilibrada por la desesperación ahora se concentraba solamente en buscarlo.

Hubo más gritos, algunos femeninos, otros masculinos, y hasta balidos de lo que sonaban como sátiros, pero no obtuve la respuesta que quería.

Seguí atravesando los caminos libres que cada vez reducían en número. Mirar al cielo era terriblemente imposible y doloroso. El sol brillaba con una intensidad aterradora y para mi horror, daba la impresión de que por él se estaba incendiando todo.

Se encontraba demasiado cerca, brillando demasiado. Con furia.

Entonces lo escuché:

— ¡Aly!

Mi corazón bombardeó con más fuerza reconociendo la voz de mi sobrino através de las llamas y el alivio se mezcló con el pánico creando una sensación agridulce en mi cuerpo. No lo pensé dos veces antes de salir corriendo por la misma dirección.

— ¡Percy!

— ¡Por favor, ayúdanos!

Su grito se hizo más cercano y tosí bajo el humo que se filtraba en mis pulmones, asfixiándome.

— ¡Estoy yendo! ¡Aguantad!

Para mi agonía, lo escuché llorar. Percy estaba llorando y yo no podía hacer nada para impedirlo más que seguir corriendo en su búsqueda.

¿Qué estaba pasando? ¿Por qué todo era tan aterrador siendo capaz de hacer llorar al mismísimo héroe del Olimpo? Sus gritos se intensificaron haciéndome pensar lo peor.

No, él no podía estar quemándose. Su elemento era el agua, ¿por qué no la utilizaba?

— ¡Espera un poco más! —grité apartando una cabeza de jabalí discada del camino.

Un momento, ¿una cabeza de jabalí disecada?

Incrédula, recordé como era el adorno significativo de la cabaña 5.