018| Cuentos Del Olimpo

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018| Cuentos Del Olimpo


El amor no es para mí.

Llevaba siglos recordándome aquella frase una y otra vez para evitar caer por alguien más que pasara por un trágico final, tal y como estaría destinado a suceder.

Y aunque con Alina Jackson era una regla que quería obedecer a raja tabla, me fue inevitable romperla cuando la vi más hermosa, mayor, y tentadora.

Pero ahora que ella había desaparecido, llegué a imponerne otra regla yo mismo: soy el puto dios más poderoso de mi generación y si no fuera por mi existencia, Zeus tendría a más de la mitad de la humanidad muriéndose.

Luke Castellán debía estar en cualquier parte del mundo, regodeándose de tenerla y sin pensar en las consecuencias; creyendo que las cosas saldrían como él y su imbécil titán querían, que los dioses nos inclinaríamos como perros ante ellos.

Pero definitivamente eso no iba a suceder.

Había mantenido mi otra naturaleza bajo control desde que solté la gripe española en 1918. Últimamente había sido bueno con todo el mundo. Permití que se pasearan por mis santurarios como si fueran importantes para mí cuando a veces olvidaba sus nombres, permití que me obligaran a castigar a mis propios hijos de manera cruel, permití ofensas y engaños, permití todo aquello únicamente por una persona:

Zeus.

Si había alguien a quién más obedecía aparte de mi madre, ese era mi padre, el rey de los dioses. Podían llamarme niño de papi o el consentido de la familia, pero desde que tenía uso de la razón siempre había sentido un profundo respeto con él, a pesar de que sabía que no se lo merecía.

Ya fui convertido en mortal por haber ido en su contra y me dije que jamás me atrevería a repetirlo. Pero esta vez no me importaba quemar su propio trono solo para poner mis prioridades sobre las del resto.

Había pasado una semana, una maldita semana y en ningún momento sentí que estaba cerca de encontrarla. Cuanto más intentaba usar mis dones adivinos terminaba en una especie de laberinto sin salida.

— Apolo.

Abrí lentamente los ojos y me encontré con la mirada solemne de Artemisa.

— ¿Hmm?

Mi melliza había estado visitándome durante estos días con frecuencia, cosa que pocas veces hacía, pero rápidamente supuse que se trataba de mi ausencia en el salón de tronos: solo había ido para comprobar si tenían alguna pista del paradero de Alina pero la mayoría ni siquiera parecía preocupado por ello.

— Tus sirvientes quieren que sepas que él ya está aquí.

La comisura de mis labios se convirtió en una sonrisa divertida.

Tomé la copa de néctar en el reposabrazos de mi trono y bebí el contenido antes de levantarme con satisfacción. — Perfecto.

Pasé a un lado de ella y rápidamente nos dirigimos hacia las puertas del salón para atravesarlas: mis siervos se reverenciaron nerviosamente a medida que nos veían. Sabía que todos se sentían inquietos esperando otra de las tantas rabietas que había tenido a lo largo de la semana por no encontrar a mi hermosa flor.

A rápidas zancadas bajamos hasta los calabozos del palacio; no encontramos a muchos guardias vigilando puesto que no los necesitaba precisamente en esta zona. Era imposible escapar de alguna de mis celdas a menos que fueras tan poderoso como un olímpico, ni siquiera los dioses menores habían logrado salir de ellas.

Apollo's Heart | Apolo ²Where stories live. Discover now