016| Atacar Al Atacante

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016| Atacar Al Atacante




No iba a mentir:

Alejé a Alina tan pronto como procesé lo que estaba haciendo.

El beso... sus labios... fue la sensación más maravillosa que había experimentado en toda mi vida. Era como sentir los mayores placeres primordiales acariciando tu piel con la suave tentación de acerte caer a un abismo del que no podrías salir. En milenios jamás había sentido tanta dulzura como en su beso.

No existió nada más, ni siquiera el árbol de Dafne que se inclinó ligeramente como si sintiera una tristeza expectante. No me fijé en porqué y tampoco lo quise saber. Me concentré más en separar a Alina de mí, amenzarle de muerte y expulsarla de mis terrrenos.

No era tonto. Sabía que Ares la estaba esperando através de la barrera que yo mismo había desecho para que ella pudiera cruzarla.

¿Por qué reaccioné tan agresivamente? Porqué en cuanto sus labios tocaron los míos, vi muerte: vi la tragedia abrirnos sus puertas, el fuego cada incrementaba de manera insana y yo no podía protegerla. Fue como una horrible visión del nuestro futuro, no quería eso para ella.

Llevé mis manos a la cabeza, despeinando mis rizos con desesperación. Esto me llevaría un buen tiempo de disculpas pero ahora mismo no podía pensar en eso, caminaba angustiado en una sola dirección, tenía que ver a Pythia cuanto antes.

Va a morir por tu culpa, Apolo. Tu egoísmo la condenará a lo que pudiste haber evitado.

No. Maldita sea.

Abrí las puertas de su habitación abruptamente y la vislumbré tumbada en un diván: jugueteando con su lira tranquilamente. Sus ojos rodaron para posarse sobre mi figura y sonrió con calma, habiéndose esperado mi visita.

— Bienvenido de nuevo, mi señor —inclinó la cabeza respetuosamente—. ¿Hay algo que pueda hacer por usted?

Ignoré su falta de respeto al no haberse reverenciado como debía y me centré en sentarme en el otro diván frente a ella. Desde la aparición de Ágape en el Olimpo, Pythia se comportaba de manera aún más extraña y relajada. Ni siquiera le había importado mucho que el templo casi se quemara del todo, ella solo se había encogido de hombros alegando que ya fuimos advertidos en su momento.

Resoplé mentalmente: Ágape ya tenía su propio séquito en el palacio y esos eran Pythia, Hipócrates, Theodora y algunos más que habían comenzado a admirarla.

Sin embargo, tenía muchos más enemigos que células en su cuerpo.

— Quiero respuestas —Respondí seriamente—, cada vez que estoy con ella solo veo un final trágico y quiero cambiarlo. ¿Cómo lo hago?

Pythia entrecerró sus ojos, curiosa. Me parecía casi inaudito que el dios de las profecías tuviera que consultárselo a alguien totalmente inferior que él, pero esta vez no podía fiarme al cien por cien de mi intuición y no me quería arriesgar.

— Realmente habéis caído en su jaula, mi lord —mordió su labio inferior—, y no sabría deciros que tan bueno es eso.

— ¿A qué te refieres?

Pythia se removió.

— Los dioses tienen comportamientos extremos cuando se enamoran —me echó una ojeada—, ¿qué estaríais dispuesto a hacer por ella?

Lo pensé bien. Mi intención era únicamente alejarla hasta que por fin pudiera verlo todo con claridad pero ya no quería que sufriera en el proceso, no cuando sabía que era la última persona que lo merecía.

Apollo's Heart | Apolo ²Where stories live. Discover now