003| Alina Jackson

4.3K 675 120
                                    










003| Alina Jackson






Terminé de firmar mi nuevo dibujo con tinta negra, absteniéndome de alzar los ojos y darme cuenta de la figura que había trazado sin conocerla.

Había tardado horas, sin embargo, su imagen se plasmaba en mi mente como un recordatorio constante de mi tormento: sus cabellos rubios se asemejaban a las cuerdas de mi lira, sus ojos carmesí me recordaban a los rubíes más hermosos que adornaban en las joyas del Olimpo, sus mejillas sonrojadas parecían haber sido besadas por mis propios rayos de sol y sus mirada calaba en lo más profundo del corazón de un dios.

Suspiré apartándome de la pintura y llevé la mano a mis rizos. Ella parecía el cruce entre la belleza y la guerra, rindiendo homenaje al amor que surgía en ambos elementos.

Traté de contener la sonrisa que amenzaba con salir de mis labios.

¿Qué estaba siendo de ti, oh, Apolo? Tu que nunca habías retratado a nadie sin conocerle... Tu que nunca habías desconocido un sentimiento... Tu que habías decidido rendirte a todo...

Escuché unos frágiles y delicado pasos a mi espalda y el olor a lavanda acarició mis sentidos como una suave brisa. Ismene se posicionó a mi lado, contemplando el dibujo en silencio: su rostro era inexpresivo, no parecía agradarle pero tampoco disgustarle, eso me hizo arquear una ceja divertido.

— ¿Y bien? —pregunté—. ¿Es bonito?

— Eres el dios del arte, ¿cómo podría no serlo?

Sonreí ante la respuesta de Ismene y la miré de reojo.

— Supongo que tienes razón —admití, sin apartar la vista de mi obra—. Pero no es solo el arte lo que veo en este retrato.

Ismene me lanzó una mirada intrigada, esperando que explicara mi comentario. Me volví hacia ella, mis ojos dorados fijos en los suyos.

— Veo algo más que líneas y colores. Veo la dualidad de la belleza y la guerra, la mezcla de amor y desafío. Es como si estuviera retratando a alguien que aún no he conocido pero que, de alguna manera, ya está presente en mi corazón.

Ismene frunció el ceño, pero su expresión se suavizó rápidamente.

— ¿Cuánto tiempo has pasado espiándola? —interrogó ligeramente divertida.

— ¿A qué te refieres?

Ismene esbozó una sonrisa burlona.

— ¡Oh, vamos! —exclamó de repente— ¡Es idéntica! Sus ojos... su cabello... La he estado observando, y es igual a la del retrato.

Mi ceño se frunció en perplejidad. ¿Se refería acaso al engendro de Eros?

Dirigí la mirada hacia el dibujo, y un escalofrío recorrió mi espalda al recordar los mismos ojos rubíes que me miraron años atrás en el parque... aquellos ojos que resplandecían con más intensidad que los de su padre.

¿Cómo no me había dado cuenta? Por supuesto que era ella.

Aunque llevaba horas reconocida en el campamento, no se me había ocurrido observarla detenidamente... conocerla. No, eso sería el fin de todo.

Si lo hiciera, me sumiría en su mundo, le pediría detalles sobre su vida, sus preferencias, sus inquietudes... Sería incapaz de perdonarme después por condenarla a un matrimonio no deseado.

— No la espié, Ismene —expresé con sinceridad, algo apenado—. Solo... la imagen de esta chica surgió en mi mente, y la plasmé en el lienzo. Sabes que dibujo todo lo que pienso —Ismene cruzó los brazos, mirándome con expresión inquisidora—. Solo la vi cuando tenía nueve o diez años.

Apollo's Heart | Apolo ²Where stories live. Discover now