012| Flor De Oriente

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012| Flor De Oriente




— ¿DÓNDE DIABLOS ESTÁ MI HERMANA?

La sala de tronos quedó en un tenso silencio cuando materialicé mi presencia en el epicentro de la reunión.

Minutos atrás, la diosa mensajera, Iris; había llegado a mi templo alegando que nadie sabía del paradero de Artemisa y que una nueva profecía se había revelado en el Campamento Mestizo, insinuando que tal vez mi melliza estaba en peligro.

Habían pasado unos días desde que la había visto por última vez en el mundo mortal y me culpé horriblemente por no haberla seguido a cambio de transportar a sus cazadoras y al retos de semidioses al campamento.

Gruñí para mis adentros: de no ser por Alina Jackson, yo habría acompañado a mi hermana en su misteriosa caza. Pero no... el engendro debía estar presente en mi cabeza a cada momento.

— Apolo —Zeus habló con voz monótona—, siéntate y hablaremos.

Negué con la cabeza expresándole mi descontento al verlos sin hacer nada. Una olímpica... ¡una jodida olímpica había desaparecido! ¡nadie parecía tan alarmado como yo!. Recordé como todos se habían vuelto locos buscando a Perséfone el mismo día que Hades la raptó y ahora nadie tenía la más mínima cara de preocupación, salvo Hermes y un poco Poseidón.

La imagen de mi madre afloró en mi mente, y me pregunté cómo estaría lidiando con la incertidumbre sobre el paradero de su hija. ¿Y si no aparecía antes de mañana?

— ¿Dónde diablos está mi hermana? —volví a preguntar.

— Si lo supieramos ya te habríamos enviado para traerla, ¿no crees? —me respondió Hera con obviedad.

La miré fijamente causando que cerrara su boca con algo de vacilación en su cuerpo. Sus ojos soberbios se desviaron en otra dirección, fingiendo no tomarme en cuenta y volví mi atención hacia el resto de dioses sin decir una palabra más.

— Su paradero está en responsabilidad de los chicos a los que Quirón envíe a la misión —contestó Zeus seriamente—, la profecía lo quiere así y nadie deberá intervenir —añadió lo último mirándome especialmente a mí.

Dejé escapar una risa incrédula, incapaz de aceptar esa pasividad.

— ¿De verdad piensas que me quedaré aquí sin hacer nada, padre? —pregunté escéptico—. Mi hermana está en peligro y si está en peligro es porque una fuerza poderosa la tiene, una panda de mestizos incompetentes no la va a salvar. Iré yo mismo.

— Zoë Belladona no es ninguna incompetente —mencionó Atenea captando mi atención. Su mirada se veía más oscurecida y tormentosa que de costumbre, como si no hubiera dormido bien esta noche—. Mi hija Annabeth también ha desaparecido, Apolo. Y lo más probable es que esto se encuentre conectado, no podemos interferir en las profecías. Tu mismo lo sabes.

Me importaba tres vacas que su hija estuviera desaparecida, yo solo quería saber el paradero de mi gemela.

Afrodita resopló recostándose en su trono con un gesto de aburrimiento lo que solo logró enfurecerme aún más. Sabía que ella y Artemisa no compartían una muy buena relación, aunque tras siglos de convivencia habían aprendido a tolerarse, estaba en la naturaleza de ambas chocar.

— Tranquilos, en cuanto los mate de aburrimiento, nos la devolverán.

Tuve que hacer grandes esfuerzos para no abalanzarme sobre ella y estampar su cabeza repetidamente contra su propio trono.

Apollo's Heart | Apolo ²Where stories live. Discover now