011| Sonrisas Prohibidas

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011| Sonrisas Prohibidas





"Querido y hermoso maridito, prometo cantar una canción en tu palacio si me envías una ayuda para llegar hasta Percy Jackson, tómalo como una ofrenda de la futura reina del Sol a sus súbditos."

La contemplé arrodillada frente a mi, con los ojos cerrado. Se veía como una hermosa rosa bañada en una sutil capa de escarcha, brillante. No parecía ser yo quien derretía la nieve a nuestro alrededor, si no ella.

Alina aún no me veía y yo sonreí con arrogancia mientras cruzaba mis brazos; sus oraciones eran tan divertidas como melodiosas. Su fina nariz se veía ligeramente roja y el viento hacía revolotear su cabello de manera suave. Tuve que detenerme para no ponerme a su mismo nivel y acariciar con delicadeza su hermoso rostro.

— Por favor —murmuró ella una vez más—. Te prometo que dejaré de hacerle bullying a tu oráculo en el campamento... —pareció pensarlo—, bueno lo seguiré haciendo, ¡pero la intención contará!

No pude evitar que una risa se escapara de mi haciendo que ella abriera sus ojos azules de golpe.

Cuando me visualizó frente a ella, sonriente y de brazos cruzados, tembló ligeramente. Yo me veía inmensamente enorme en comparación con la semidiosa, le sacaba al menos cinco cabezas y que estuviera arrodillada no ayudaba a una confrontación justa.

— Bueno... hola.

Alina tragó saliva.

"Dios, te pedí una cena no un banquete" escuché decir en sus pensamientos.

Arqueé una ceja sorprendido. Realmente esperaba de todo menos eso, pero Afrodita corría en su sangre así que no era de extrañar que este pequeño monstruo se sintiera más excitada que asombrada.

— Tu... —su voz vaciló mirándome desde abajo—, estás... tu... eh... ¿ah?

Me esforcé por no reírme de ella. Yo me sentía igual de tonto cuando me veía con sus ojos rubíes ahora ocultos. Cosa que agradecí.

— He tenido a personas así en otras circunstancias —señalé burlándome—, pero no te gustaría saber cuáles son.

Alina se levantó de inmediato: intentaba mostrarse asqueada pero el color en sus mejillas la delataba. Había casi un año de lo sucedido y podía ser testigo de que la belleza de este engendro solo aumentó mucho más de lo que imaginaba. Su rostro dejaba de ser aniñado e inocente para dar paso al de toda una señorita. Me dio una leve impresión de que se parecía a su hermana Hedoné, pero Alina tenía algo que ese otro bicho no, orgullo. Y sus ojos lo mostraban.

— ¿Qué haces aquí? —me recriminó molesta, ella dio un paso detrás—. No pienso dejarme secuestrar otra vez.

Rodeé los ojos, lo último que quería era volver a tenerla en mi templo.

— He escuchado tus oraciones —apunté fingiendo permanecer pensativo—. ¿Sabes? Normalmente, me es difícil rechazar las peticiones de una bonita dama pero... tu no eres una dama, y mucho menos bonita.

Mordí mi lengua viéndola enderezarse en su lugar y levantar una ceja inquisidoramente. El dios de la verdad no debía decir mentiras pero la ocasión lo necesitaba.

— Que conste que si te he llamado es solo por Percy —espetó molesta—, no querría saber nada de ti si no estuviera desesperada.

Aquello me enfadó.

Percy, Percy, Percy... ¿es qué acaso ese hijo de Poseidón era por lo único que rondaba en su vida día y noche? Ni siquiera yo era tan pegajoso con mi amor filial por Artemisa como lo era esta chica con el nieto de Stelle.

Apollo's Heart | Apolo ²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora