17 de Agosto

317 45 5
                                    

Han pasado tres meses ya desde que perdí a Tom... y sigo escribiéndole cartas interminables que nunca leerá. Me gusta imaginar que las envío por correo y que las lee a la sombra de algún árbol en sus momentos libres. Suelo imaginar que sonríe y pasa horas recreando la vida que podríamos llevar una vez que salga. Si tan solo supiera donde está...

El departamento se siente increíblemente vacío sin él. Yo me siento completamente vacío sin él; sin su voz, sin sus caricias ni sus atenciones.

Con él, me perdí. Me perdí un poco a mí mismo.

En el trabajo suelo seguir adelante, como si no me afectara mucho: sonrío y acepto invitaciones laborales... pero por dentro no siento nada. Actúo en forma automática frente a las cámaras y el resto de las personas, manteniendo fija mi máscara, porque así aprendí a ser. Pero me falta él.

Me gusta imaginar que regresará el día de mañana y me pedirá perdón con su acostumbrado ramo de rosas y yo, lógico, me dejaré caer en sus brazos; le besaré y le perdonaré... al tiempo que le pediré disculpas también.

¿Por qué me es tan difícil resignarme? Digo, tal vez, a estas alturas, él ya me olvidó. Quizá ya no tengo esperanzas de verlo a mi lado... o quizá estoy siendo demasiado pesimista. Andy me dijo que su hermano no me olvidaría aunque pasen mil años, porque aprendió de sus errores y de verdad quiere remediarlos. Por eso se fue... para darme una oportunidad de ser feliz. Lo hizo por mí... ¿de verdad lo haría por mí?

Él se creía la fuente de mis desgracias. Se creía el centro de mis sufrimientos... y no negaré que por un tiempo lo fue... fue mi infierno, pero también logró ser mi cielo. Y todavía lo amo por eso.

Quiero que regrese. Quiero tenerlo de frente y empezar de nuevo. Qué importa que no recuerde mi nombre... yo le tendré paciencia.

Cada que termino una carta más, la guardo en el cajón de mi escritorio. Ya he juntado más de veinte. Sí... es seguro que ya he llegado un poco más allá de las veinte... y no me detengo aunque sé que no las puedo enviar.

Es sólo... que quiero ver sus gestos cuando las lea. Algún día se las entregaré y lo veré leerlas.

Algún día...

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora