30 de Octubre

577 78 3
                                    

Ayer le pedí que se quedara conmigo, para asegurarme que no era una ilusión. Quería tocarlo, besarlo, abrazarlo; sentir que estaba a mi lado... que era real.

Todo el día la pasamos juntos, con sus brazos rodeándome y haciéndome sonreír al escucharle todas aquellas palabras lindas que acostumbraba decirme.

— No quiero que estés más triste...
— Ya no lo estaré, Tomi. Tranquilo.
— Pero...
— Se me pasará —sonreí viéndolo—. Me has dibujado la primer sonrisa sincera en días... y no creo que se borre tan fácil.

Sonrió y, tomando delicadamente mi rostro, me besó.

Era tan increíble volver a sentir sus besos...

El beso se fue intensificando: me besaba ansioso, jugando con mi lengua y colando sus manos por debajo de mi ropa, en caricias que me hicieron estremecer...

Me tomó con cuidado entre sus brazos y, cargándome de manera delicada sin despegar el beso, me llevó hasta mi pieza, donde las caricias y los besos pasaron a ir más allá... que no veo la razón para escribirlo con detalle, porque ya imaginarás la escena. Solamente queda decir que, al haber sido mi segunda vez (y las dos con él) aún dolió un poco, pero fue definitivamente más placentero que la primera vez en su departamento.

Caí rendido, abrazado a él... y nos quedamos profundamente dormidos. 

Hoy en la mañana, ya no estaba. A mi lado, sobre su almohada, había dejado una nota.

"Gracias por perdonarme, bebé. Haré de todo para no hacerte llorar de nuevo y prometo ser mejor ésta vez. Te amo."

Oh, Tomi... no necesitas ser mejor: para mi, eres perfecto.

Ahora tendré una estúpida sonrisa en mi rostro todo el día... espero eso me sea válido para que pasen por alto el que llegue tarde al trabajo...

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora