14 de Enero

345 50 5
                                    

He estado considerando el terminar la relación que llevo con Tom... de nuevo. Y es tan... difícil... Es que, quiero y no quiero. Es... ¡argh! Yo me entiendo... creo.

Después del trabajo... y tras enterarme por mensaje que Tom, mi novio, estaba ocupado en el colegio de Andy, me desvié a la cafetería que acostumbraba visitar y que ahora ya ni siquiera había pasado por enfrente. Me senté en una de las mesas ocultas del fondo y pedí un capucchino, como antes.

— ¡Hey!—Lucy, la dueña del café y amiga mía, se me acercó en cuanto me vio— Es un milagro verte aquí. ¿Y esa cara larga?

Suspiré, dibujando una sonrisa falsa.

— El trabajo me tiene como esclavo, disculpa. Ya me pasaré más seguido, es una promesa.
— No respondiste mi pregunta... —me vio preocupada... y yo no pude hacer otra cosa que no fuera desviar la mirada.
— No es nada grave. Solamente... estoy pensando.

Inspeccionó mi rostro con su mirada de manera atenta, como si con eso pudiera saber lo que pasaba por mi cabeza.

— Es por tu novio, ¿verdad? —no respondí— No van a terminar de nuevo... ¿o sí? —nada. De pronto, mis labios se quedaron sellados y mi cabeza no se movía— Oh, Dios... no —negó varias veces y, tras que me dieran mi café, se inclinó un poco hacia mí—. Bill, no pueden terminar. —murmuró.
— ¿Qué tendría de malo, eh? —pregunté desganado y arrastrando toda la tristeza de días atrás, sintiendo que la garganta me dolía por un repentino nudo.
— No quiero verte deshecho de nuevo. Si terminan volverás a deprimirte y Tom se sentirá miserable de nuevo. Empezará de nuevo a cortarse y...
— ¿Tú cómo sabes lo que hacía y sentía? —levanté la mirada a su rostro, viendo cómo se callaba de pronto y su rostro serio se llenaba de tristeza— Dímelo.

Suspiró.

— Después de que terminaran, vino aquí un par de veces. Se veía tan demacrado... además, una vez en que tenía las mangas de la camisa dobladas, pude ver que en un brazo llevaba venda y el otro...bueno... esas marcas no tenían ni bien una semana de haber cerrado —me quedé mudo. Yo sabía que Tom tenía un problema con las cuchillas desde que su padre le abandonó, así como yo cuando era chico y me sentía rechazado y maltratado en el colegio, pero creí que ya lo había superado—. Él la pasó fatal, Bill. No puedo permitir que pase eso de nuevo.
— Creí... creí que te habías enterado por alguien más de nuestro rompimiento...

Negó, cruzando los brazos sobre la mesa.

— Él mismo me lo dijo. Me dijo que habían terminado. Dijo que no podía seguir con alguien que ni siquiera le había dicho su nombre —entonces sentí como algo dentro de mí se volvía a romper—. Dijo que, después de la relación que tuvo contigo, no quedaba nada para él...

No soporté más. Me levanté de la mesa y la dejé ahí, hablando sola.

Caminé a prisa hasta el departamento, llorando sin poder evitarlo. ¡Yo era el malo en todo ésto! Era por mí por quien Tom sufría, por quien lloraba y por quien se sentía miserable; era yo quien detonaba lo peor y lo más deprimente de él... era yo lo que lo mantenía en una tormenta constante, siempre.

Me tiré a la cama, boca bajo; escondiendo mi rostro entre mis brazos, deshaciéndome en llanto.

No podía terminar la relación. No si quería ver a Tom sano y salvo de él mismo.

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora