05 de Abril

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"En éstos dos días no me he alejado de tu habitación . Aún no nos dejan entrar... y ya me harté de eso. Me harté de sólo verte a través del cristal; me harté de no poder sostener tu mano ni de acariciar tu rostro y charlar contigo. También me he hartado de los reclamos de siempre: Gustav me sigue atormentando, echándome en cara todo lo que te hice pasar... al igual que Ria. Ellos dos siguen minando el poco espíritu que me queda recalcándome todo lo infeliz y desdichado que fuiste conmigo; me restriegan que fue por mi culpa que te sumergiste más de una vez en una depresión constante que opacaba tu hermosa mirada... no es que quiera hacerme la víctima: yo sé que fue mi culpa. Lo sé y realmente estoy arrepentido de todo lo que te he causado, pero me gustaría que por un día se quedaran callados.

Bushido también ha venido a verte. No me habla y ni siquiera voltea a verme. Se mantiene ahí, sentado frente a la puerta; en silencio. Hoy su mujer ha venido unos momentos y nos ha repartido una pequeña merienda; también nos ha dado un par de mantas a los que pasamos la noche aquí en el pasillo, esperando que despiertes. Parece ser buena persona. Un ángel, más bien. Creo que sabe que soy el culpable de todas tus desgracias, porque se me ha quedado viendo largo rato cuando llegó, pero me trata mejor que todos aquí. Incluso Georg, que antes se llevaba tan bien conmigo, se ha mantenido alejado. No me ha hecho mala cara, pero me evita.

Quiero que despiertes, Bill. Quiero que despiertes y quiero escucharte decir mi nombre. Quiero que me des una señal de que todavía me tienes presente... porque, verás: me estoy muriendo sin escuchar tu voz; sin saber si me darías una oportunidad de hablar contigo una vez más.

Antes de las cuatro de la tarde, nos permitieron pasar a verte. Hubieses visto la manera en la que todos se arremolinaron en la puerta, queriendo entrar a verte. El doc nos dijo que sólo podrían pasar dos personas, pero todos estaban tan desesperados por verte... yo me quedé de pie a un lado de la puerta, aislado por los empujones de Gustav y Ria. Aunque me moría de ganas de entrar primero; de pelar por uno de esos dos lugares, me quedé ahí, quieto y en silencio; con la vista perdida en el desorden que había. Me quedé sin saber qué hacer porque... no lo sé. Quizá debido a que casi no había comido desde que llegué y me había quedado sin las fuerzas suficientes para pelearles.

Estaba por sentarme, cuando Anis me tomó del brazo y, con voz gruesa y autoritaria, les calmó. Les dijo que el único que, a su parecer, debería entrar en primer lugar, sería yo.

Ni siquiera supe qué decirle. Solamente atiné a agradecerle con la mirada. Él mismo me llevó adentro, cerró las persianas y cerró la puerta para darme un poco más de intimidad contigo.

Cuando te tuve cerca, no pude evitar llorar, silenciosamente. Te veías tan acabado... ese rostro tan suave y hermoso que tienes ahora está cubierto de cicatrices. Pequeñas y profundas cicatrices... al igual que tus manos y tu cuello.

Me dejé caer de rodillas a tu lado y tomé tu mano. Lo sentiste, ¿verdad? ¿Sentiste entrelazarse nuestros dedos, como antes? Seguro sentiste mi calor... ¿verdad, Bill?"

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora