27 de Febrero

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Día libre. Día de café, cigarrillos y películas en cama. Día normal para relajarse.

La verdad, no esperaba que ocurriera algo "fenomenal" o "importante." Esperaba que fuera como todos esos días en los que estaba tranquilo... pero esperaba demasiado.

Apenas me levanté, escuché que alguien tocaba insistentemente a la puerta. Até las cintas de mi bata y fui a abrir, con desgano, sin siquiera preguntar antes quién era.

Me encontré con la misma rosa que vi ayer entre las manos de Tom, frente a mí. Me quedé embobado observándola, sintiendo que mi corazón se detenía al latir.

— Ayer te fuiste antes de que pudiera dártela.

Pasé saliva, desviando mis ojos con temor. No quería verlo, porque sabía que probablemente me congelaría, como ahora. Pero... lo vi. Estaba serio.

— Creí... creí que no me habías reconocido. —confesé, pasando saliva.
— Podría diferenciar hasta la punta de tu nariz en medio de una multitud, lo sabes.
— ¿Entonces...?
— Quería ver cómo reaccionabas.

Eso... de cierto modo activó la sangre en mis venas. Me sentía idiota.

— ¿Y creíste que con eso... con lo que me dijiste, me quedaría y te seguiría la plática? —pregunté, arrebátandole la flor con furia— Esos jueguitos no sirven conmigo, Tom. ¡Menos después de cómo te fuiste!
— Bill...
— ¡No! —me alejé, al notar que se acercaba para intentar tocarme— ¿Cómo creíste que reaccionaría al decirme que ésta rosa era para tu novio? ¡Tenemos poco de haber roto, Tom! Y y y tú... ¿te atreves a jugarme con eso? Me rompiste, Tom. Terminaste de romperme —reclamé, dejando salir algunas lagrimillas por el enfado—. Me la creí, Tom. Pensé que me habías olvidado rápido , así como te hiciste pasar por otra persona la última vez y olvidaste mi nombre. ¡No sabes cómo mierda me sentí!

Bajó la mirada, destrozado. Antes de que pudiera decir algo, azoté la puerta en su cara, pegando la espalda a ésta y esperando que se fuera.

Tuve que esperar minutos para que se largara... y terminé derrumbándome en el suelo, llorando y botando lejos la flor.

En un tiempo pasado, tal vez sí me hubiese quedado a su lado en el aeropuerto, aunque me estuviera derrumbando. Me hubiera quedado ahí... y al notar que hablaba de mí, hubiese terminado regresando con él. Lo sé. Pero ahora estaba herido y, por primera vez en mi vida, empezaba a sentir odio por alguien al que una vez amé.

No importa. En un par de días iré de viaje... y estoy seguro que el viaje me hará bien. Olvidaré todo ésto y tal vez hasta pueda empezar una nueva historia. Que se joda Tom. Que se pudra... No quiero saber nada más de él ahora.

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora