2 de Diciembre

532 71 4
                                    

La ciudad se ve hermosa revestida de blanco.


Era de mañana y estábamos en medio de una sesión de fotos con ropa de tendencia para invierno. Posaba como de costumbre frente a Andy, con naturalidad y dejando que mi mente volara a ningún lugar en específico. Ahora ya no pensaba tan seguido en Tom... estaba seguro que lo amaba... que aún lo amo, pero... todo es diferente...

Tomamos un receso y, al dirigirme por mi segundo café del día, Ria y Georg llegaron de repente.

— ¡Geo! Creí que nunca vendrías a verme...
— Es que hoy tienes un asunto importante qué atender y vine por ti.
— VINIMOS por ti —corrijió ella, dibujando una enorme sonrisa—. Anda.
— P-pero mi café...
— ¡Olvídate del café!

No me dejaron protestar. Tiraron de mi brazo y me metieron dentro del auto de Georg, quien nos llevó a prisa al aeropuerto. Al principio no entendía de qué iban... hasta que lo ví.

Ahí estaba, sentado en una de las tantas sillas; con el cuerpo echado hacia delante y las manos entrelazadas; mordiendo ligeramente sus labios como cuando está preocupado o nervioso... y un par de maletas a su lado. 

Ahí estaba Tom. Mi Tom.

Sentí que el ritmo de mi corazón aceleraba un poco y mis labios se curvaban en una apenas perceptible sonrisa. Apresuré el paso, sin llegar a correr, y me coloqué de cuclillas frente a él, poniendo mis manos sobre las suyas. 

— Nunca perderás tus gestos, Tomi. —sus ojos se clavaron en mi rostro al escucharme. Sonrió y me abrazó suave.

Al separarnos, aferró mi mano, tomó las maletas y caminó hasta donde nuestros amigos, quienes dibujaban enormes sonrisas...

Georg le ayudó con su equipaje. El y Ria se adelantaron al auto, dejándonos atrás.

— Perdona por dejar de mensajearte.
— No importa, amor. Estaba seguro que te vería pronto —mentí, dibujando una sonrisa—. Pero, ¿está bien que hayas dejado solo a Andy? Pudiste haberlo traído...
— Se quedó con unos amigos. Dijo que, si lo dejabas, vendría en unos días.
— ¡Que venga! —nos detuvimos a unos metros del auto y me giré a verlo— Prepararé su comida favorita e iremos de paseo y...

Rió leve, dedicándome una sonrisa dulce.

— Te ves hermoso cuando eres tan... tierno.

Sonreí apenado, sintiendo el sonrojo en mis mejillas.

Se aproximó despacio a mí, rozando mis labios; susurrando un "te amo" y besándome despacio...

Ahora está dormido en mi pieza. Llegó cansado del viaje... y al esperarme en la agencia hasta terminar la sesión de fotos pendiente, terminó muerto.

Lo amo pero... es diferente. Siento que algo a cambiado... y no sé qué pueda ser...

Diario de un Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora