Headcanon's Zoro

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La reunión había terminado con éxito, los jefes de la empresa vecina accedieron a formalizar un contrato de alianza con la empresa local. En una semana sería la firma de documentos.

En cuanto todos los demás compañeros salieron de la sala de reuniones, Zoro no esperó más para dejar salir un suspiro de alivio, permaneció sentado mientras estiraba sus brazos y piernas, deshaciéndose de la mayor cantidad de cansancio posible.

Al otro lado del muro se escuchaba como todos vitoreaban el éxito de la reunión, charlando sobre ir a beber y comer algo para festejar.

Zoro salió de la sala de reuniones para adentrarse en su oficina, donde tomó las llaves del auto junto a sus pertenencias listo para marcharse del edificio. Al cerrar su oficina una compañera del mismo piso se aproximó hacia él.

—Felicidades por tu esfuerzo, Roronoa. Todo ha sido un éxito –La fémina se recargó de costado sobre el muro, mirando al mencionado. Quién solamente asintió y agradeció en pocas palabras– Los demás irán a celebrar a algún restaurante cercano, ¿Irás?

—No, tengo cosas más importantes que hacer.

—¿Enserio? ¿Qué cosas? –La pelirroja inclinó su cuerpo levemente hacia delante con la intención de mostrar su escote.

Claramente Zoro hizo caso omiso a la acción.

—No quiero preocupar a _____, me está esperando en casa.

—Claro... _____, ¿Tú novia, no es así?

—Prometida –Corrigió mirándola.

La chica solo asintió sin prestarle mucha atención.

—Vamos, estoy segura de que no pasará nada si llegas un poco más tarde –Jugaba con el tono de su voz, buscando alguno con el cuál creería que favorecería a la situación.

Zoro ya un poco molesto por su insistencia, la miró con claro fastidio.

—Te he dicho que no, estoy seguro de que _____ está ansiosa porque llegue –Como ya no estaba dispuesto a seguir escuchando a su compañera, se marchó sin dirigirle alguna otra palabra para comenzar a caminar hacia el elevador.

Un chasquido salió de la boca de la pelirroja, molesta porque nuevamente no había conseguido nada.

Zoro golpeaba el volante del auto con su dedo al ritmo de la música proveniente del estéreo. Estaba a unas cuantas calles de llegar a su casa.
En cuánto el semáforo cambió al color verde Roronoa nuevamente avanzó girando unas pocas cuadras después a la derecha, llegando a su hogar.

Entró a la casa con toda tranquilidad, retirando sus zapatos de trabajo dejándolos en la entrada para colocarse unas pantuflas, para luego subir las escaleras poco a poco mientras deshacía el nudo de su corbata.

Entró cuidadosamente a la habitación, sin hacer un solo ruido, pues no quería llamar la atención de _____. Quién se encontraba con los brazos atados a la cabecera de la cama matrimonial, completamente desnuda, con los ojos vendados.