Loop

〔XXI〕

¿A esto le llaman amor? ¿A querer quedarme estancado en la muerte muchos años más para seguir mirándola? ¿O a desear desesperadamente volver a vivir para tomarla en mis brazos y hacerla tocar el cielo con mis besos?

Si esto es amor, me temo que estoy embarrado hasta el cuello en él.

—¿Te gusta, Abbie?

No le hables, no la mires y ni se te ocurra decir algo que la hiera porque te haré tragarte las palabras.

Mi señorita mueve la cabeza en una afirmación tímida. Algo me dice que su repentina vergüenza no es por las miradas de los demás, y su insistencia en evitar la mía me lo confirma.

—Apuesto a que sí, realmente te gustan las cosas muertas.

Maldita víbora.

Sigo el movimiento de su mano que se acerca a mi muslo por debajo del mantel. Salto en mi lugar cuando atrapa mi pierna entre sus garras, sus uñas se clavan en mi piel y eso... Eso no es posible.

¿Cómo puede tocarme? ¿Cómo...? No puede herirme, estoy muerto. Sus uñas no tendrían por qué atravesar mi piel. Es imposible.

Me aparto aturdido y enfurecido. Si ella puede tocarme, puede verme y sentirme... ¿Es como Abbie? Eso no explica por qué puede herirme. Mi piel arde, pero estoy muerto.

Enrosco mis dedos en su muñeca y me sorprende poder sentir la tibieza y la suavidad de su piel.

¿Qué demonios...?

Aprieto su muñeca hasta dejar una marca roja y la aparto de mi cuerpo. No hay sangre que pueda salir de donde ella perforó mi carne, pero el dolor persiste.

Una voz aterciopelada suena en mi cabeza, y esa es la gota que rebalsa el vaso para dejarme estupefacto.

¿Sentiste ese tacto humano? La textura de mi piel es la primera y la última que sentirás estando muerto, espero que hayas disfrutado la sensación.

La observo, sus labios no se mueven, pero su voz sigue sonando en mi cabeza. ¿Cómo hizo eso?

Tu pobre novia morirá de celos al saber que la única mujer que realmente podrás tocar seré yo.

Su risa invade cada rincón de mi cabeza. Volteo a ver a Abbie y me sorprende ver su rostro rojo y su cuerpo tenso.

¿Si eso no son celos, qué son?

Vuelve a reír.

Le doy otro golpe en el pie para hacerla reaccionar. Parece que va a saltarle a Carmel encima en cualquier momento.

—Si me disculpan, voy a tener que ir al baño. —Luego de tanta insistencia, vuelve a posar sus bonitos ojos sobre mí. Me observa con molestia, con preocupación, con miedo y con advertencia. Sé que aprovechará el escape para comenzar con nuestro plan, pero no puedo concentrarme en eso cuando su ceño fruncido y su mirada molesta me provocan tanta satisfacción.

Sigo el movimiento de su cuerpo hasta que se pierde detrás de una puerta junto al viejo hombre.

—Carmel, deberías comportarte con tu cuñada. Ella también será parte de la familia.

Ja. Sueñen con eso, bola de ladrones.

Carmel hace un puchero que provoca que Austin sonría embelesado. Pobre hombre.

—Pero mami, sabes que odio que la gente coma animalitos. —En ese momento reparo en que el único plato que contiene pollo es el de Abbie. Todos los demás tienen una extraña ensalada con vegetales y fruta.