Abbie Thompson
En la actualidad, siglo XXI
Observo su mano apoyada sobre su pierna. Todo él es una alucinación, algo inanimado que solo mis ojos tienen el placer de ver, y es una lástima que no hayamos coincidido en nuestro lapso de vida. Usualmente la gente piensa que veo a los entes de forma trasparente o borrosa, pero la realidad es que no. Supongo que mi habilidad está bien desarrollada, pues se ven casi como si estuvieran vivos.
Si me acerco mucho, como ahora, puedo darme cuenta de que él no es real. Su piel no se ve nítida, como si tuviera filtro, y su ropa parece no tener textura. Su cabello no tiene los matices que debería, parece una mata uniforme.
Pero de lejos, todo él parece real. No se nota tanto lo traslúcido de su piel, pese a que es poco, y cada detalle parece... vivo.
Mis dedos pican cuando me atrevo a hacerlos danzar sobre el aire, como si estuviese acariciando la piel de su palma con la yema de mis dedos, cuando en realidad solo acaricio una porción de brisa fría. De todos modos, mi pecho se sacude cuando lo veo hacer lo mismo. Sus dedos atraviesan parte de los míos cuando simula entrelazar nuestras manos, las suyas pálidas contrastando con las mías más oscuras.
—Bueno, deberíamos seguir buscando. —Me levanto de golpe. Él se queda aturdido unos segundos, como si todavía siguiese embobado con esa pequeña unión imaginaria entre nuestros dedos. Aprieta los labios y asiente, poniéndose de pie—. ¿Se te ocurre otro lugar donde buscar? —Me cruzo de brazos y paseo la mirada por el panorama que me otorga el jardín. No distingo muchos colores más que el verde de la naturaleza.
—La mansión es enorme, hay cientos de miles de posibilidades. —Esa confesión me desilusiona, pues tenía mucha emoción y expectativas en cuanto a la búsqueda, pero ahora puedo ver que se trata de una aguja en un pajar. Hank se aclara la garganta, llamando mi atención—. Si quiere, digo, si quieres, podemos ir a eh... Bueno, al lago. No creo que se encuentren allí, pero es una posibilidad, ya sabe, digo, ya sabes, no debemos descartar ninguna posibilidad y... —Lo interrumpo riendo.
—Acepto su ofrecimiento de cita, caballero. —Hago una reverencia algo exagerada y él frunce el ceño y aparta la mirada.
—No la estoy invitando a tener una cita, digo, no te estoy invitando a tener una cita. Además, ¿no me pidió, digo, me pediste que no nos tratemos con formalidad? —Chasqueo la lengua y muevo mi dedo índice hacia ambos lados, negando.
—Yo le pedí que usted me deje de tratar con formalidad, yo puedo tratarlo como me plazca. —Guiño un ojo y sonrío, sabiendo que lo haré enfadar por ello.
—Eso no es justo, señorita. —Hace un mohín y se acomoda el traje arrugado. Estoy acostumbrada a verlo siempre con la misma ropa, pero me encantaría poder verlo con otra cosa puesta. Probablemente todo le quede espectacular, porque es atractivo el muy maldito.
Hank nota que me quedé observando su ropa y comienza a buscar alguna arruga, mancha o lo que sea que haya captado mi atención.
—¿No es aburrido estar casi tres siglos con el mismo traje? —Él suspira y entrelaza las manos detrás de la espalda. Alza una ceja burlándose de mi pregunta.
—¿A usted le gustaría pasar casi tres siglos con eso que tiene puesto? —Miro mi ropa y niego, horrorizada—. Pues a mí tampoco, a veces me olvido como se siente estar desnudo, sin nada encima que te roce la piel.
—Si quiere hacemos un ritual para quitarle la ropa y me dice como se siente, ¿le parece? —Sonrío coqueta y Hank se frota la sien escondiendo una sonrisita. Ya comienza a acostumbrarse a mis comentarios guarros—. ¿No hay forma de que pueda cambiarse ese maldito traje?
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Loop
RomanceLoop. "Mors ultima linea rerum est". ¿Qué tan lejos puede llegar el alma del cuerpo? ¿Y qué tanto tardaría la muerte en alcanzarla? *Por favor, no copies ni uses contenido que no te pertenece. Sé original. *Está prohibido la copia, adaptación total...
